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Fuente: http://hekay.es/
Hace años cuando compré mi casa mi
madre me preguntó justo antes de coger las vacaciones “hija ¿cómo es que
te vas de viaje si no has cambiado las ventanas de tu casa?”. En ese
momento algunas ventanas no cerraban bien y entraba un frío considerable
por ellas. Quizás lo “sensato” hubiera sido quedarme, en cambio mi
respuesta fue “prefiero invertir mi dinero en algo que pueda llevarme al
morir”. Y mira, a día de hoy pienso igual.
Mis ventanas se quedarán aquí. Mis muebles, mi ropa y todo lo que poseo también. Mis
viajes, mis lecturas, mis aprendizajes, mis decisiones, mis
atrevimientos, mis relaciones, mis recuerdos… Todo eso me lo llevo donde
vaya y es lo que me convierte en lo que soy.
Estamos en una sociedad que nos da
múltiples ideas sobre dónde gastar nuestro dinero, que da importancia a
lo banal y nos convence de que somos imperfectos. Deberías quitarte esos
kilos de más, deberías de ganar más (como tu hermano), deberías de
casarte que se te va a pasar el arroz, deberías de ser diez
centímetros más alto, deberías de teñirte el pelo que se te ven las
canas, deberías de ser mejor madre… Todo a nuestro alrededor indica que
ni tú ni yo somos lo esperado, lo perfecto. Y ahora ¿qué hacemos? Una
posibilidad es luchar desesperadamente intentando llegar a un ideal
absurdo. Para ello recorreremos tiendas y compraremos ropa que transmita
nuestro gran estilo, nos someteremos a rigurosas dietas y tablas de
ejercicios, compraremos la última maravilla antiarrugas, estaremos muy
pendientes de lo que llevan y hacen los famosos (ellos sí que saben) y,
sobre todo, nos dejaremos un dineral intentando aparentar ser alguien
que no somos. Al final de esta carrera estaremos como el hámster en la
rueda: en el mismo sitio. Un lugar muy, muy lejos de nuestro verdadero
ser.
“Criticarse a uno mismo es la herramienta más efectiva de una sociedad de consumo”
El otro día viendo un video de Esther
Perel decía que “criticarse a uno mismo es la herramienta más efectiva
de una sociedad de consumo”. Efectivamente tratar de convertirnos en
otra persona cuesta mucho dinero y al final nos quedamos eternamente
frustrados. Como ex publicitaria me pongo algo tensa cuando escucho (muy
de vez en cuando, normalmente quito el volumen) las barbaridades que
nos cuentan en los anuncios. Si quieres ser buena madre debes tener la
casa impoluta y dar a tus bebés unos maravillosos polvos que sustituyen
perfectamente tu leche materna. ¿Qué sabrá la naturaleza de
alimentación? ¡La tele sabe más! También deberías de saber que el mundo
está lleno de gente mala que quiere entrar en tu casa, ante la duda
témelos a todos y, sobre todo, contrata el servicio de seguridad que
solo quiere lo mejor para ti (ni se te pase por la cabeza que desean
aprovechar tu miedo para enriquecerse). Ya que estás tampoco está de más
que compres un coche que ni necesitas ni te viene bien pagar, porque da
mucho estatus. Como estos ejemplos, cientos.
Con esto no quiero demonizar a los
publicitarios, solo indicar que son cómplices al reforzar las bases de
una sociedad enferma con sus anuncios. Eso sí, cada vez que tú te crees
lo que dicen también lo eres. ¿Es sencillo salir de esa rueda? No. ¿Se
puede? Sí.
Para ello hay que comenzar a tomar decisiones de compra consciente. Tampoco tiene que ser algo drástico, tómate tu tiempo. Las pequeñas decisiones repetidas en el tiempo son las importantes.
La próxima vez que vayas a comprar cremas, comida o ropa pregúntate
¿realmente necesito esto? Y, muy importante, ¿qué emoción me impulsa a
esta compra? Al reflexionar quizás veas que detrás de lo que compras hay
miedo, falta de valoración personal o ganas de aparentar. En tal caso,
ahórratelo. Puedes hacer una hucha donde ir echando todo lo que ahorres en esas compras que evitas. Luego gástalo en ti.
En viajes, en cursos de cocina sana o de crecimiento personal, en un
masaje, en terapia, en clases de yoga, en unas cervezas con los amigos,
en una donación a una causa en la que creas, en un buen libro… En algo
que te aporte, en algo que cuando conectes con la emoción que te impulsa
te llene de alegría, amor o conexión. Hay un dicho que escuché hace
años y me encanta: “Quien compra lo que no necesita se roba a sí mismo”.
El que fue presidente de Uruguay, José Mujica, lo explica de una manera muy lúcida: “Cuando tú gastas, en el fondo lo que estás gastando es tiempo de vida que se te fue”.
Quizás no lo hayas visto antes así, lo cierto es que el dinero sale de
tu trabajo y ese trabajo son horas de tu vida que dedicaste a eso. Por
tanto, al comprar algo estás dando a cambio horas de vida que no
volverán ¡que sea por algo que valga la pena!
Si hay algo que siempre he temido es
llegar al momento de la muerte, mirar atrás y darme cuenta de que no
entendí lo importante. Bronnie Ware es autora de un libro llamado “Los
cinco arrepentimientos de los moribundos”. Ella ha trabajado años como
enfermera en cuidados paliativos, eso la ha hecho estar en contacto con
muchas personas en uno de los momentos más importantes de su vida, la
muerte. Escuchar sus inquietudes y reflexiones ha cambiado su vida, algo
que ha querido compartir en su obra y que resume en los siguientes
arrepentimientos:
1.- Ojalá hubiera tenido el coraje de hacer lo que realmente quería hacer.
2.- Ojalá no hubiera trabajado tanto.
3.- Ojalá hubiera tenido el coraje de expresar lo que realmente sentía.
4.- Ojalá hubiera vuelto a tener contacto con mis amigos.
5.- Ojalá hubiera sido más feliz.
No menciona “ojalá hubiera sido más
estiloso”, “ojalá hubiera tenido un Lamborghini” y tampoco dice “ojalá
hubiera tenido un culo más firme”. Menciona lo importante de la vida:
escucharte, pasar tiempo con los que amas, expresar tus emociones para
conectar mejor y apreciar lo que tienes para ser más feliz.
Recuérdalo cada día y cuando llegue tu momento de dejar este plano te irás lleno de historias hermosas, de vivencias y, muy importante, de paz.
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Espero te resulte de interés, Blanca
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