La ira, el enojo y la frustración son emociones incontrolables. El dar pena o el intentar llamar la atención son barreras defensivas que pueden ayudar a pasar el momento, pero tienen consecuencias perjudiciales. ¿Es posible dejar de sentirse una víctima y hacerse cargo de la situación desde otro lugar? Veamos:
Muchas personas adoptan el papel de víctimas de forma involuntaria, porque tienen miedo de su propia ira. Niegan su existencia y anticipan daño. Con esta expectativa en mente y una alta sensibilidad, pueden llegar a distorsionar las actitudes de otros, interpretando intenciones que pueden ser inexistentes. Así, la ira que hubieran experimentado en respuesta a la frustración o al estrés, se transforma en miedo, desconfianza, y heridas. Entonces hace su entrada triunfal el monstruo de la victimización.
Pero existe una forma de cambiar esta situación, a través de la identificación de los pensamientos destructivos que promueven los sentimientos victimistas. Aquí, algunas señales claras de este tipo de comportamiento, a tener en cuenta para tu crecimiento personal.
#1 No asumís la responsabilidad:
Es fácil echarle la culpa a otros, ¿no? Respirá profundo, si sos sincera con vos misma te vas a dar cuenta de que debés evaluar tu participación en todo lo que sucede en tu vida. Siempre existe la posibilidad de reaccionar de otra manera.
#2 Estás paralizada:
A veces puede ser muy bueno poner un freno y mirar atrás para revistar qué estuvo bien y qué estuvo mal; recuperar fuerzas y evaluar algunas situaciones. Pero si elegís quedarte quieta mucho tiempo, puede que no estés pudiendo enfrentar el miedo que tenés a hacerte responsable de vos misma. Animate, va a ser maravilloso, ¡aunque duela!
#3 Pretendés que los demás actúen o resuelvan:
Cuando esperás que los otros den el primer paso, les otorgás un poder que puede que no te convenga. Y es probable que en el fondo te sientas resentida con esas personas, cuando en realidad sos vos la que tiene que tomar la decisión que creas correcta. La de alejarte, por ejemplo, cuando no te permiten avanzar.
#4 Desconfiás de todo y de todos:
Que la vida es injusta, que el mundo es cruel y que el daño espera a la vuelta de la esquina. ¡Con esas premisas es imposible que sientas confianza! Quienes suelen victimizarse desconfían de las intenciones de los demás. Pero, ¿quién te hizo semejante daño? ¿Y qué tal si lo perdonás? La seguridad en vos misma te permitirá discernir perfectamente entre quién merece tu confianza y quién no.
#5 Te aferrás a rencores:
Las injusticias suceden todo el tiempo, y a todo el mundo. Pero una persona emocionalmente saludable supera y sigue adelante. Quienes optan por ponerse en el rol de "pobrecito" suelen prenderse como garrapatas a los rencores durante años, en lugar de revisar la situación, perdonar y reciclar.
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Espero te resulte de utilidad, Blanca
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