Por: Armando Franco
Los cuentos han sido creados para que los niños se duerman y los adultos despertemos.
"Había una vez, en un lejano lugar…"
La
metáfora (del griego metá o metastas, más allá, después de; y phorein,
pasar, llevar) consiste en el uso de una expresión con un significado
distinto o en un contexto diferente al habitual. Se utiliza en
psicología para referirse al poder profundo de “las
historias-metafóricas” y su acción en el cambio interno, la visión o el
paso a un nivel de conciencia más profundo.
Además, la metáfora
tiene las condiciones necesarias para estimular el hemisferio derecho
del cerebro generando la visualización de las situaciones y facilitando
el recuerdo de imágenes.
La utilización del cuento o de historias
con fines pedagógicos, e incluso curativos, tiene su origen en tiempos
antiquísimos y en culturas diferentes. En la Biblia Jesús utiliza las
famosas parábolas para comunicar su enseñanza a sus discípulos. Las
religiones orientales están llenas de historias metafóricas.
La
finalidad de la metáfora es atraer la atención consciente del individuo y
burlar sus mecanismos de defensa, permitiéndole así entrar en contacto
con las fuerzas de su inconsciente, inmensamente ricas en soluciones y
en posibilidades.
En psicoterapia está muy extendido el uso de
metáforas y relatos con el fin de ayudar a las personas a resolver sus
dificultades. Desde los arquetipos de Jung a los relatos de Erickson,
pasando por las enseñanzas de la Biblia o por todos los cuentos que
durante siglos se han ido contando a los niños, los usos de las
metáforas siempre sirven para lo mismo: influir en el inconsciente de
las personas.
Cuando Ernest Rossi estudió las metáforas de Milton
Erickson descubrió que las metáforas tienen dos estructuras, una
superficial y otra profunda. La primera, la superficial, es el propio
contenido de la historia, y la segunda, la profunda, es donde se
encuentra el verdadero significado que se quiere transmitir con la
metáfora. La estructura superficial está formada por las oraciones
gramaticales que forman el relato y la estructura profunda por las
relaciones que se establecen a escala inconsciente entre el relato y la
situación o el problema sobre el que se está hablando. A esta relación
se le da el nombre técnico de búsqueda transderivacional.
La
búsqueda transderivacional consiste en el mecanismo que hace que una
persona asocie a escala inconsciente el relato que acaba de oír con sus
propios recuerdos o su propia situación problemática y es lo que hace
que las metáforas funcionen. La búsqueda transderivacional nos obliga a
generalizar las experiencias y es la base del aprendizaje. De este modo,
poco después de escuchar la metáfora adecuada, la persona hallará (de
un modo casi mágico) la solución al problema que le acongoja”
Cuando
escuchamos un relato, inconscientemente tratamos de asociar los
personajes que aparecen en el cuento con nuestros propios recuerdos o
con nuestra propia experiencia actual. Eso ocurre, por ejemplo, cuando
alguien cuenta un chiste e inmediatamente nos acordamos de otros
parecidos o cuando alguien cuenta una anécdota y enseguida nos viene a
la cabeza otra anécdota parecida que nos ha ocurrido a nosotros.
Esto me recuerda una historia:
Hace
mucho tiempo, había un rey muy sabio, pero las personas, ministros y
gente del pueblo, estaban en la ignorancia referente a las enseñanzas
parciales, tenían fe en el resplandor de cualquier estrella brillante y
dudaban de la claridad del sol y la luna. El rey, deseando que su gente
no se quedara entre mares y navegaran por grandes océanos, decidió
mostrarles un ejemplo de su ceguera. Ordenó a sus emisarios recorrer el
reino para buscar ciegos de nacimiento y traerlos a palacio.
Cuando
los ciegos fueron reunidos en la sala, el rey dijo: ¡Enseñadles a un
elefante!, y se los mostraron guiándoles las manos. Entre los ciegos,
uno tomaba la cola, otro tocaba el vientre, otro al costado, otro tocaba
la espalda, otro la oreja, otro la cabeza, otro un colmillo y el último
la trompa.
Los emisarios, llevaron luego a los ciegos al rey, quien les preguntó: ¿A qué se parece un elefante?.
Aquel que había agarrado la cola, decía que era como un bastón.
El que le había tocado el vientre, que era como una pared.
Quien había tocado la espalda, decía que se parecía a una mesa elevada.
El que tocó la oreja, que parecía un gran plato.
El que tocó el colmillo, que era como un asta.
Y el que tocó la trompa contesto: ¡Oh! gran rey, un elefante es como una serpiente.
Los
ciegos, empezaron entonces a discutir, cada uno afirmaba estar en la
verdad, en lo cierto, diciendo: Oh gran rey, el elefante es realmente
como yo lo he descrito, ¡no hay dudas!
El rey rió a carcajadas y entonces dijo:
Todos
ustedes son como estos ciegos. Discuten inútilmente y pretenden conocer
la verdad, habiendo percibido sólo una parte, dicen que el resto es
falso, y defendiendo su supuesta verdad discuten con quien sea
defendiendo su posición.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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Espero te resulte de interés, Blanca
Excelentísimo!
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