Por: Silvia Herrera
Lacitos
aparte, el pasado 12 de mayo se celebró el Día Mundial de la
Fibromialgia y del Síndrome de Fatiga Crónica. Ambos se han convertido
en un filón para experimentar con cobayas humanas y, sobre todo, para
que un montón de gente se haga rica con el lanzamiento de todo tipo de
fármacos y terapias que prometen ser la panacea para quienes hemos sido
“agraciados” con padecer esta incalificable y extraña enfermedad.
No voy a aburrir al personal con un panegírico sobre la fibromialgia,
ni a contar mi vida en tres tomos; si algo sobran hoy en día son sitios
donde informarse. O desinformarse –según se mire–. Tampoco voy a
desperdiciar la oportunidad de expresar mi opinión al respecto como
afectada.
Lo que lleva a pensar en el suicidio cuando tienes fibromialgia y
SDFC no es el dolor, ni los síntomas, ni tampoco tener que estar
justificándote constantemente porque tu aspecto te delata y nadie puede
llegar a imaginar lo que ocurre bajo la corteza de tu piel. Lo que te
hace sobrar en el mundo cuando la padeces es la incomprensión social. La
mayoría de la sociedad etiqueta erróneamente a todos los portadores de
FM con el mismo rasero.
Si un simple resfriado, un dolor de cabeza o un orgasmo tienen
diferentes grados en quienes lo padecen (o lo gozan), la fibromialgia y
el SDFC tampoco afectan por igual a todo el mundo, por mucho que el
listillo de turno se empeñe. Además, está el hecho de que son
enfermedades desconocidas socialmente, por lo que son menospreciadas, e
incluso negadas por el entorno próximo, familiar, laboral y médico. Todo
ello no hace sino desubicar, todavía más, a una persona que de por sí
está totalmente desconcertada tratando de encontrar una explicación a lo
que le ocurre.
He estado leyendo algunos artículos y estudios sobre los últimos
“avances” que se han producido en los últimos años sobre este complejo y
lucrativo negocio y no me han decepcionado. Todo un repertorio de
novedosas teorías que tratan de innovar hipótesis ya manidas. Ahora se
achaca el origen de la FM a la cervical, la cabeza, terminaciones
nerviosas de manos y pies, en las alteraciones del flujo sanguíneo, los
genes, o en el cerebro. Algunos la describen como una anomalía genética,
e incluso, hablan de grados de bipolaridad en las pacientes. Lo cierto
es que cuanto más disperso sea su origen, mayor cantidad de dinero
generará.
Para mi sorpresa, también he encontrado algunos estudios novedosos
excelentemente documentados. En uno de ellos se declara que el grupo FM
estudiado tenía considerablemente más sensibilidad a estímulos
sensoriales táctiles, auditivos y olfativos en comparación con grupos de
control que no mostraron tales hipersensibilidades.
Otro estudio, en la misma línea, llega a la conclusión de que las
mujeres con FM reportaron un aumento en la sensibilidad a los estímulos
en el ambiente y podrían experimentar más estrés relacionado con las
condiciones sensoriales en la vida diaria.
El tercer estudio que atrapa mi atención argumenta que la
sensibilidad sensorial a estímulos presentes en la vida cotidiana, que
no parecen molestar a otras personas, sí lo hacen en FM, quedando
demostrado que poseen una alta sensibilidad para determinadas
situaciones aparentemente normales en el resto de la población. Parece
que, dejando a un lado la ciencia, por fin se está prestando atención a
algo que eran tan evidente que dejó de serlo: la sensibilidad en las
pacientes FM.
Personalmente, toda la vida me tacharon de sensible, llorona, rara,
delicada o aguafiestas. También de “excesiva”. Toda la vida pensé que
había nacido con un defecto de fábrica que debía ocultar y que me
condenaba a una vida de segunda clase. Hace un par de semanas descubrí
que hay una tipología de personas llamadas PAS (Personas Altamente
Sensibles). El libro El don de la sensibilidad que Elaine Aron
escribió en la década de los 90 los retrata y descubre. Apenas he leído
un tercio del ejemplar y creo que todo el mundo debería leerlo. Con el
tiempo una va descubriendo que tener información que pueda arrojar luz a
lo que te ocurre te aporta serenidad y confianza, básicamente, porque
aquello de lo que no te percates te hará daño.
(…) Tener un sistema nervioso sensible es normal, es un rasgo
básicamente neutro. Probablemente, usted lo haya heredado. Sucede en
alrededor del 15 al 20% de la población. Significa que es usted
consciente de cosas muy sutiles de su entorno, una gran ventaja en
muchas situaciones. También significa que se ve abrumado más fácilmente
cuando se ve sometido durante mucho tiempo a un entorno altamente
estimulante, bombardeado con imágenes y sonidos hasta que se siente
exhausto y con el sistema nervios alterado (…)
¿Cuál es el ideal en nuestra cultura? Las películas, los
anuncios, el diseño de los espacios públicos, todo nos recuerda que
tenemos que ser tan rudos como Terminator, tan estoicos como Clint
Eastwood y tan extrovertidos como Goldie Hawn. Nos deberían estimular
agradablemente las luces brillantes, el ruido, una pandilla de chicos
alegres que pasa el rato en el bar… Si nos sentimos saturados y
sensibles, siempre podemos tomarnos un calmante (…)
Son algunos extractos del libro, que dan pistas del desconcierto que
ha acompañado a las PAS antes de percatarse de lo que les sucedía, si es
que alguna vez llegaron a hacerlo.
La directora del programa de rehabilitación del dolor crónico en la
Clínica de Cleveland, Judith Scheman, opina que los traumas del pasado
pueden hacer que la gente sea más sensible al dolor y por lo tanto más
susceptible a transtornos como la fibromialgia. Ella y su equipo
impulsan a los pacientes con dolor a “explorar su pasado y sus traumas
emocionales”, pero muchos rechazan hacerlo porque a menudo no comprenden
por qué tienen que hacer un trabajo emocional.
Yo creo que para afrontar cualquier enfermedad es necesario llevar a
cabo un trabajo personal que incluye un exhaustivo ejercicio de
introspección. Las consecuencias pueden ser cambios abrumadores en tu
vida personal pero, a menudo, esos cambios suponen reconducir dolencias e
incluso el modo de ver o saborear la vida.
También creo que dado lo denostado que se cotiza el ser sensible,
muchas personas no quieran ahondar en algo que les puede estigmatizar
todavía más, por lo que deciden continuar sus vidas por los renglones
torcidos que les dictan la sociedad o sus “seres queridos”, con el
consiguiente perjuicio para su salud física y emocional.
Estaría bien hacer borrón y cuenta nueva y renovar el enfoque del
concepto “sensibilidad” para dejar de apreciarlo como sinónimo de
“debilidad”, y comenzar a valorar el ser sensible como algo que hace
genuinos a quienes lo son. Existen Personas Altamente Sensibles que
son escritores, filósofos, artistas, investigadores o terapeutas, que
aportan o sugieren el pensar diferente en todas las extensiones posibles
de una idea.
Por mi experiencia y por lo que he observado a lo largo de los años
con pacientes FM en diversos ámbitos, creo que detrás de una paciente
con FM se oculta una Persona Altamente Sensible, desbordada por el
impacto que supuso en su ser no amoldarse al ideal de su cultura, y no
encajar con los estereotipos que se nos ofrecen para ser imitados. En mi
caso me afectó, no sólo por el modo como me trataban los demás, sino
sobre todo por el modo en que llegué a tratarme a mí misma.
A veces conviene apartarse un poco de lo científico, de lo
convencional. Lo maravilloso es que puedes apreciar con mayor claridad
la relación directa de las experiencias emocionales con el cuerpo, y lo
que supone el crecimiento personal en la manera de reconducir la
enfermedad en las personas FM (o con cualquier otra dolencia). Descubrir
como una de sus posibles causas es el ser Altamente Sensible y,
también, ser conscientes de sus efectos. Pero, sobre todo, ser
consciente de que ello, no sólo no mermará tu calidad como ser
humano sino que te aportará sabiduría. Se trata de adquirir consciencia
del don que supone ser una PAS (Persona Altamente Sensible) para llegar
al estadio de vivir la vida en lugar de padecerla.
El libro de Elaine Aron explica y arroja luz a los que durante tanto
tiempo anduvimos por la oscuridad sobre estimulados y activados sin ser
conscientes de ello, y por ello, atacados por la enfermedad. Tengamos FM
o no, no somos lloricas, cuentistas, excesivos, aguafiestas ni débiles,
sólo Personas Altamente Sensibles; no nacimos defectuosas, sino con un
Don: El Don de la Sensibilidad.
Puede interesar:
La medicina integrativa aborda los problemas del cuerpo, pero
también de la mente y del espíritu, y lo hace de forma global. Este
método está cambiando de forma importante los modos de tratamiento y ha
contribuido a mejorar la calidad de vida, reducir sus complicaciones y
crisis, los pacientes encuentran fases prolongadas sin síntomas, hay
mejora en los parámetros bioquímicos e inflamatorios. El consumo de
medicamentos potentes disminuye reduciendo sus efectos secundarios.
Su
práctica se está extendiendo como un movimiento médico internacional y
tiene como algunos ejemplos el trabajo en los Estados Unidos del
Consorcio Norteamericano de Facultades de Medicina con más de 44
facultades de medicina de alto prestigio (www.imconsortium.org),
en Alemania (Congreso Europeo de Medicina Integrativa), o en el Reino
Unido en los trabajos y actividades del Royal Hospital for Integrated
Medicine, entre otros.
------------------------
Espero te sea de utilidad, Blanca
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es valiosísima!!! Pero recuerda, las consultas personales no se responden por este medio.