Artículo de Inma Torres, bloguera minimalista.
Fuente: http://www.elblogalternativo.com/
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Parece contradictorio que, en nuestra vida moderna, donde continuamente la tecnología evoluciona para ahorrarnos tiempo, cada vez vayamos más acelerados. Parece que todo es una carrera, y tratamos de meter en cada minuto del día la mayor cantidad posible de tareas.
A veces necesitamos sentirnos
ocupados. Si no estamos ocupados nos sentimos perezosos e improductivos.
De hecho, a menudo competimos tratando de demostrar lo ocupados que
estamos. ¡Tengo mil proyectos que hacer! ¿Ah, sí? ¡Pues yo tengo 10.000!
El ganador es la persona que tiene el horario más loco, que se
precipita de una tarea a otra sin perder la energía, porque eso
significa que es más exitoso e importante.
Tal vez estamos jugando al juego equivocado.
Tal vez vamos a la velocidad equivocada. Tal vez si estamos
constantemente corriendo, nos vamos a perder la oportunidad de la vida
misma. La vida se mueve a un ritmo tan rápido que nos parece que se está
pasando sin poder disfrutar de ella.
Sin embargo, no tiene porqué ser así. Nos podemos rebelar en contra de ese ritmo agitado,
y reducir la velocidad para disfrutar de la vida. Disminuir la
velocidad es una elección consciente y no siempre es fácil, pero conduce
a un mayor aprecio por la vida y a un mayor nivel de felicidad.
10 reglas esenciales para reducir la velocidad y disfrutar más de la vida
1.- Dejar de hacer lo innecesario
Es difícil reducir la velocidad si tratas de hacer miles de cosas. En su lugar, toma la decisión consciente de hacer menos.
Revisa tus tareas y compromisos, y determina qué es lo realmente
importante. Con cada una, pregúntate: “¿Cómo es de necesario que yo haga
esta tarea? ¿Qué pasaría si no la hago? ¿Cómo puedo eliminarla,
delegarla, automatizarla?” Céntrate en hacer las cosas importantes, y
deja de lado el resto.
Si haces menos cosas, puedes hacerlas
a un ritmo más relajado, en lugar de tratar de hacerlas dentro de un
horario establecido. Deja espacios de tiempo entre tus tareas y citas, y
así podrás moverte a través de tus días a un ritmo más pausado.
Esta regla se aplica no sólo a tu
vida laboral, sino a tu vida en general -hacer menos recados, tareas,
actividades de ocio, etc.- con el fin de tener un horario más relajado.
2.- Estar presente
No es suficiente con hacer menos,
también es importante ser realmente consciente de lo que estás haciendo
en este momento. Practica el Mindfulness: aprende a vivir en el presente, en lugar de pensar tanto en el futuro o en el pasado.
Eso significa que, cuando te
encuentras pensando en algo que tienes que hacer, o algo que ya ha
ocurrido, o algo que podría suceder… lleva suavemente tu pensamiento a
tu momento presente.
Concéntrate en lo que está pasando en este momento.
Cuando comas, aprecia completamente tu comida. Cuando estás con
alguien, está con esa persona plenamente. Cuando estás caminando,
aprecia tu entorno, sin importar dónde te encuentres.
Esto requiere práctica, pero es esencial.
3.- Desconectar
Practica la desconexión de vez en cuando. Apaga todos los aparatos electrónicos. Apaga el teléfono. Apaga Internet. La televisión. Estar conectados
todo el tiempo significa que estamos sujeto a interrupciones,
totalmente estresados pendientes a la información que entra, estamos a
merced de las demandas de los demás. Es difícil reducir la velocidad
cuando siempre se está comprobando los mensajes entrantes.
Desconecta y dedica
ese tiempo a hablar, jugar, leer un libro o dar un paseo al aire libre.
Si apagar tu teléfono móvil te resulta difícil en un principio, empieza
desactivando todas las notificaciones de mensajería instantánea, redes
sociales, correo electrónico… Desconecta Internet de tu móvil por un
tiempo, quizás 15 minutos o una hora.
Haz la prueba: ten un día entero tu
teléfono apagado. O mejor, déjatelo en casa. Sí, puede parecer muy
drástico, pero créeme: sobrevivirás. Y te sentirás más libre y relajado.
Disfrutarás más de la vida.
4.- Comer conscientemente
En lugar de abarrotar los alimentos
en nuestras gargantas tan rápido como sea posible, aprende a comer más
lentamente, con atención plena.
Sé consciente de cada bocado, aprecia los sabores y las texturas. Suelta el tenedor entre bocado y bocado, disfruta de los olores.
Comer despacio tiene la doble ventaja
de saciarnos antes y hacer que la comida sepa mejor. Te sugiero que
comas alimentos más vivos que puedas -menos procesados- y uses especias
en lugar de sal, grasas o azúcar.
Para comer con atención plena
es muy importante que comas sentado y sin distracciones: apaga la
televisión y el teléfono. ¡Y por supuesto nada de comer delante del
ordenador!
5.- Moverse despacio
El movernos rápidamente de un lado
para otro es consecuencia también del ritmo de vida y el exceso de
tareas. Andamos como locos de una cita a otra, llegando tarde y
acelerados a todos lados.
Prueba a moverte más despacio. Cuando
camines, obsérvate: ¿vas casi corriendo? Afloja el ritmo. Mira a tu
alrededor, aprecia el lugar por dónde te mueves, estés donde estés.
Acostúmbrate también a reducir la
velocidad cuando conduces. Conducir rápido es bastante frecuente en
nuestro mundo de ritmo acelerado, pero también es responsable de una
gran cantidad de accidentes, de estrés y de combustible gastado. En su
lugar, conduce más despacio. Aprecia tu entorno. Que sea un momento de
paz para contemplar la vida y las cosas que te están pasado. La
conducción será más agradable y mucho más segura.
La mayoría de las veces estamos
constantemente corriendo a citas u otros lugares porque no hemos
asignado el tiempo suficiente para la preparación y el trayecto. Si
todos los días vas con prisa al trabajo, igual es que tienes que salir
10 o 20 minutos antes. Organiza tu tiempo para llegar puntual y sin prisas a todos sitios.
6.- Reducir compromisos
El principal motivo por el que vamos
tan acelerados es porque tenemos demasiados compromisos. Y no me refiero
sólo a compromisos laborales -proyectos, reuniones, citas y similares.
También a:
- Actividades extraescolares de tus hijos: fútbol, natación, baile, guitarra…
- Limpieza y cuidado del hogar
- Compromisos sociales: citas con amigos, colegas, agrupaciones…
- Compromisos cívicos: voluntariados, asociaciones…
- Foros, grupos de Google, listas de correo…
- Clases y grupos a los que vamos, aficiones…
Trata de reducir tus compromisos. Haz
una lista con todos ellos y reflexiona sobre cuáles puedes prescindir.
Quédate con los más esenciales -4 o 5- y date cuenta de que el resto no
encajan con este momento de tu vida. Elimínalos lentamente. Informa
cortésmente a la gente de los motivos por los que dejas esos
compromisos.
7.- Focalizarse
Esto es difícil a veces. Pero también
es una causa del aumento de la tensión en la vida. Si estás con tus
hijos y tienes trabajo en mente, por ejemplo, la solicitud de jugar de
tus pequeños puede ser una molestia más que una invitación al juego
imaginativo con tus hijos. Si estás conduciendo y a la vez hablando por
el móvil, raramente te sentirás con paz interior en ese momento.
Céntrate en una cosa a la vez. Olvida
la multitarea, que es amiga de la prisa -y también enemiga de la
productividad, aunque parezca lo contrario. Concéntrate en una sola
tarea y estate 100% presente mientras la haces.
Cuando sientas la necesidad de cambiar a otras tareas o de pensar en hacerlas, haz una pausa. Respira y vuelve a focalizarte.
8.- Centrarse en las personas
¿Cuántas veces te has encontrado con
un amigo o familiar, le has saludado rápidamente y a continuación te has
ido porque tenías prisa? Creo que esta es la clave de la
deshumanización: ya no nos conectamos con las personas tanto como
solíamos hacer. Hemos perdido las habilidades necesarias para tener una
conversación agradable y relajada.
Por otro lado, con demasiada
frecuencia pasamos tiempo con amigos y familiares y no estamos allí con
ellos. Hablamos con ellos, pero estamos distraídos por aparatos. Estamos
ahí, pero nuestras mentes están en cosas que necesitamos hacer.
Escuchamos, pero realmente estamos pensando en nosotros mismos y en lo
que queremos decir.
Ninguno de nosotros es inmune a esto,
pero con esfuerzo consciente se puede apagar el mundo exterior y sólo
estar presente con la persona a la que estás. Te animo a que dediques un
tiempo de calidad a tus seres queridos, que los escuches activamente.
La próxima vez que te encuentres con alguien, detente, respira, sonríe, relájate habla, escucha.
9.- Disfrutar de las pequeñas cosas
Esto se relaciona con estar presente,
pero un paso más allá. Se trata de estar plenamente presente en lo que
estás haciendo, y también apreciar todos los detalles de lo que haces, y
encontrar los detalles agradables.
Por ejemplo, cuando estás lavando los
platos, en lugar de hacerlo rápidamente como una tarea aburrida para
terminar cuanto antes, siente las sensaciones del agua, de la espuma, de
los platos. Realmente puede ser una tarea agradable si aprendes a verlo
de esta manera.
Lo mismo pasa con otras tareas que
hacemos a lo largo del día. La vida puede ser mucho más sencilla y
placentera si tenemos este pequeño hábito.
10.- Conectarse con uno mismo
Una manera de reducir la velocidad y disfrutar más de la vida es conectándote contigo mismo. Hay distintas formas de hacerlo:
Respira. Cuando te encuentres
acelerado y estresado, haz una pausa y toma una respiración profunda.
Siente el aire entrar en tu cuerpo, y siente el estrés salir de él.
Centrarte plenamente en cada respiración te traerá de vuelta al
presente, y te desacelerará.
Estate sin hacer nada. Muchas veces
cuando tenemos que esperar, nos sentimos impacientes e incómodos.
Cogemos una revista o nuestro teléfono móvil, para “aprovechar” ese
tiempo. En su lugar, trata de estar sin hacer nada, mirando a tu
alrededor, absorbiendo el entorno. Observa y escucha a la gente que te
rodea. Hazlo con una sonrisa.
Medita y/o haz ejercicio. Estas dos
actividades te permiten estar más conectado contigo mismo, con tu mente
interior y con el mundo que te rodea. Si estás sentado en la oficina
todo el día, ¿cuándo vas a salir a la calle a respirar aire fresco y ver
cómo está el cielo? Si no dejas de hacer el millón de cosas que haces
todos los días, ¿cuándo vas a ser capaz de cerrar los ojos y escuchar lo
que está dentro de ti? Te recomiendo encarecidamente que todos los días
bloquees un tiempo de tu agenda para meditar o hacer ejercicio.
Prueba estas cosas para reducir la
velocidad y disfrutar más. La vida es mejor cuando estamos tranquilos. Y
dada la naturaleza fugaz de esta vida, ¿por qué perder ni un momento en
acelerarla?
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Espero que te resulte de interés, Blanca
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