Por
Aida Baida Gil
¿Es la toma de decisiones un obstáculo para ti? ¿No sabes qué hacer cada vez que debes tomar una decisión importante?
Puede
que para algunas personas no suponga ningún problema, pero para muchas otras es
causa de estrés e inseguridad, llegando a tener un gran impacto personal y
profesionalmente. ¿Es este tu caso?
Cada vez que tienes que tomar una
decisión especialmente importante no sabes qué hacer. Le das vueltas y más vueltas
a las distintas posibilidades, con miedo a cometer un error y pensando en lo
peor que podría pasar.
Así que te encuentras estancado, frustrado, sin energía y con ganas de decidirte de una vez, ¿verdad? Sin embargo, ahí sigues, sin ser capaz de tomar una decisión...
¿Por qué es tan difícil para ti tomar decisiones?
·
Crees que tu decisión va a ser
permanente, para siempre.
·
Quieres tomar la mejor decisión, la que te
asegure un resultado perfecto (y eso implica la capacidad de leer el futuro).
·
Tienes miedo a equivocarte.
·
Te influye lo que otras personas piensan
y esperan de ti.
¿Te das cuenta? No me extraña que te cueste tomar decisiones, tienes
muchas expectativas y presiones, y ¡además necesitas predecir el futuro!
Recomendaciones para ayudarte a tomar decisiones:
● Sé sincera
contigo mismo, tú ya sabes lo que tienes que hacer. Sí, ya lo sabes. Otra cosa
es que quieras hacerlo.
● El número de razones que tienes
para hacer algo es inversamente proporcional a las ganas que tienes de hacerlo.
En resumen, cuando uno quiere hacer algo, no necesita razones; si te las das es
porque no estás muy convencido.
● ¡Cambiar de opinión es posible! (en la
mayoría de los casos). Esto es algo que quiero que tengas siempre presente,
porque la idea de que nuestras decisiones son irrevocables genera, y con razón,
mucha ansiedad. Las decisiones no tienen que ser de por vida (como dije
antes, en la mayor parte de los casos), y no pasa nada si cambias de opinión
más tarde.
● Lo realmente importante no es la
decisión en sí, sino las consecuencias, la repercusión. Eso significa que
cualquier decisión puede ser para bien si sabes cómo lidiar con las
consecuencias. No es una mala decisión cometer una equivocación al elegir, pero
sí lo es, no hacer nada al respecto (aparte de quejarte).
● No te obsesiones con tomar la mejor
decisión posible, proponte elegir la opción que conlleve un mayor desarrollo
personal o profesional. Si, al cabo de un tiempo, ya no te satisface la opción
escogida, no pienses que cometiste un error sino que necesitas seguir
creciendo, que dicha elección ya no aporta nada a tu desarrollo.
Entonces, ¿cuál es la manera más sencilla de tomar una decisión?
Empieza por escucharte a ti mismo y
pregúntate qué es lo que realmente quieres hacer. Cuando las opciones a
considerar son similares, yo uso un método que al principio me pareció absurdo
pero que he utilizado mucho:
Coge una moneda (no estoy bromeando,
sigue leyendo), prométete que vas a hacer lo que la moneda diga. Lanza la
moneda y mira el resultado.
¿Qué has sentido al lanzar la moneda?
¿Qué resultado querías que saliera? ¿Y cuando la moneda cayó? ¿Cómo te
sentiste? ¿Aliviada, decepcionada, ilusionada?
Todo esto te dice lo que quieres saber. Y te aseguro que funciona, casi sin quererlo te encontrarás pensado “que salga cara” o “nooo, yo prefería la otra” y así te darás cuenta de lo que realmente quieres.
De verdad, pruébalo, no estás dejando tu futuro en manos de una moneda sino que estás escuchando lo que verdaderamente sientes.
¿Te ayudarán estas recomendaciones a
tomar siempre las mejores decisiones? No, ni es ese su propósito tampoco.
Recuerda que no pasa nada si cometes errores, que aprenderás, que mejorarás...
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Espero que te haya gustado tanto como a mi, Blanca
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