Fuente: “Inteligencia del alma”, José
María Doria
"MADURAMOS EL DÍA EN QUE NOS
REÍMOS FRANCAMENTE DE NOSOTROS MISMOS". (ALBERT EINSTEIN).
MADURAR ES UN OBJETIVO QUE PROMETE
SERENIDAD Y DISMINUCIÓN DEL SUFRIMIENTO EXISTENCIAL. DE HECHO, EL PROCESO DE
MADURACIÓN CONLLEVA UNA PERMANENTE REDUCCIÓN DE LA IMPORTANCIA PERSONAL Y DE LA
IMPORTANCIA QUE A SU VEZ, PARECEN TENER LAS COSAS.
Conforme uno crece y se desarrolla,
vive la cara y la cruz de la moneda de casi todas las situaciones de la vida. Y
dicha toma de consciencia, de pronto, crea la liberación de ese miedo sutil que
inspiraba la solemne dramatización del camino de ida.
El hecho de reconocer que hemos
cometido todos los pecados que un día atrás llegamos a condenar,
disuelve LA CIRCUNSPECCIÓN CON LA QUE SE ADORNAN LOS ASUSTADOS
PÚBERES QUE TODAVÍA CREEN EN LO QUE OPINAN.
El sentido del humor merece una
alabanza que como signo de flexibilidad, pone en “tela de juicio” las verdades
que encorsetan a este mundo de ambición uniformada y clones de éxito
oficial.
¿QUÉ PUEDE UNO HACER PARA REÍRSE UN
POCO MÁS DE SÍ MISMO?
En principio, no reñir a las partes
de nosotros que no “dan la talla” y, seguidamente, proclamar nuestras
debilidades y carencias, justo en el momento en que aparecen por la puerta de
nuestra consciencia.
Una vez reconocidas, conviene dejar
el camino de la culpa y la exigencia, y cruzar por el que dice: “REÍRSE RÁPIDO
DE NUESTRA LIMITACIÓN Y TORPEZA, ANTES DE QUE SE OLVIDE Y DESAPAREZCA”.
Si aún así, a usted le cuesta, ríase
de su seriedad, tal vez de sus kilos de más y de su importancia personal.
Ríase del miedo al fracaso, del
temor al engaño y del fantasma de la soledad.
Ríase de su intestino, de sus
comilonas y de sus adicciones varias.
Ríase de su inseguridad, de sus
lágrimas en el cine y de sus anhelos de pareja perfecta.
Ríase de su vergüenza, del ridículo
que un día hizo y de sus exageraciones patológicas.
Ríase de su incertidumbre y de su
ansiedad soterrada.
Ríase de su cuerpo, de sus
enfermedades y de la sutil decadencia.
Ríase de su orgullo, de sus envidias
y de su impaciencia.
Ríase de sus anhelos espirituales,
de sus fantasías y de sus ansias varias.
Ríase de sus dolores, de sus
lágrimas y de sus miedos a empezar una vez tras otra.
RÍASE DE SU INSOLENCIA, DE SUS
FALLOS Y DE LA PUNTUAL ESTRECHEZ DE SU CONSCIENCIA.
RÍASE DE SUS BAJONES, DE SU CÓLERA Y
DE SUS CARENCIAS.
RÍASE DEL FLUJO DE SUS DINEROS, DE
SUS PASIONES Y DE SUS EMOCIONES EXTREMAS.
RÍASE DE LOS MOMENTOS OPACOS, DE SUS
CICLOS BAJOS Y DE LAS NOCHES OSCURAS DEL ALMA.
RÍASE DE SU INCOMODIDAD ANTE LAS
CRÍTICAS, DE SU PERFECCIONISMO Y DE LA DENSIDAD DE SU CÓLERA.
RÍASE DE LA ENFERMEDAD Y DEL MIEDO A
UNA MUERTE SIN VUELTA.
RÍASE DE NO HABER HECHO LO QUE
QUERÍA, DE NO HABERSE ENAMORADO MÁS DE LA VIDA Y DE HABER PERDIDO EL PROFUNDO
SABOR DE LA PRESENCIA.
RÍASE DE LOS MOMENTOS MISERABLES EN
LOS QUE SIENTE PERDIDO EL NOBLE ROSTRO DE SU ALMA.
Espero te haya gustado, Blanca
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