Nadie sabe de su valentía si nunca
ha pisado un campo de batalla. El guerrero espiritual es quien se enfrenta
a su Ego. Es quien ha perdido el miedo a perder y finalmente se afronta a
sí mismo.
No es fácil pero tampoco imposible.
Es un reto, un desafío con uno mismo; cruzar el campo raso del orgullo y
salir de él victorioso.
El campo de batalla está en la
Mente. Y nosotros, como guerreros, guardianes de nuestro ‘reino espiritual’,
tenemos que vencer a todos los intrusos mercenarios.
Si no lo hacemos, si nos resignamos,
si claudicamos ante lo falso e ilusorio, nunca ejercitaremos nuestra
cualidad de VALIENTES. Nunca mostraremos nuestra dignidad y autoridad natural.
Quedarán sólo como posibles nuestros méritos. Pero, sobre todo, no
habremos defendido a nuestro ser esencial.
Y no estoy hablando de mostrar
violencia, de sacar rabia y agresividad física. No se trata de
hacer sobre-esfuerzos o castigarnos a nosotros mismos.
La clave está en DEJAR
IR. Dejar ir lo que ya ha cumplido y a quien ya ha cumplido su enseñanza
en nosotros. No queremos retener ni hacer prisioneros a ningún pensamiento
ni sentimiento.
Los dejamos ir. Que el campo de
batalla -nuestra mente y corazón- queden limpios; vacíos.
Los dejamos ir. Que vuelvan al lugar
a donde pertenecen. Al liberarlos nos liberamos de toda carga.
Los dejamos ir. Cerramos el ciclo
del pasado. Y creamos PAZ en nuestro interior.
Así actúa un guerrero espiritual;
sus logros son los del Amor, hacia sí mismo y hacia los demás.
Espero que les haya gustado, Blanca
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