¿Realmente
pensamos que sólo porque alguien ha estado meditando desde hace cinco
años, o hace diez que práctica yoga, va a ser menos neurótico que la
persona de al lado? A lo sumo, tal vez será un poco más consciente de
ello. Un poco. Es por esta razón por la que pasé los últimos quince años
de mi vida investigando y escribiendo libros sobre el cultivo del
discernimiento en el camino espiritual en todas las áreas arenosas
(poder, sexo, la iluminación, los gurús, los escándalos, la psicología,
la neurosis) así como las serias, pero también confusas e inconscientes,
motivaciones en el camino.
Como he
conocido a cientos de maestros y miles de practicantes espirituales a
través de mi trabajo y viajes, he sido golpeada por la forma en que
nuestro punto de vista espiritual, perspectivas y experiencias acaban
siendo “infectadas” por “contaminantes conceptuales”, dando lugar a una
relación confusa e inmadura con los complejos principios espirituales.
Estos “contaminantes” son invisibles pero tan insidiosos como
enfermedades de transmisión sexual.
La
siguientes clasificación no está destinada a ser definitiva, pero se
ofrece como una herramienta para la toma de conciencia de algunas de las
“enfermedades de transmisión espiritual” más comunes.
1. Espiritualidad de comida rápida.
Mezcla
la espiritualidad con una cultura que celebra la velocidad, la
multi-tarea y la gratificación instantánea y el resultado es probable
que sea espiritualidad de comida rápida. La espiritualidad de comida
rápida es un producto de la fantasía común y comprensible de que el
alivio del sufrimiento de nuestra condición humana puede ser rápido y
fácil. Una cosa es clara: la transformación espiritual no se puede tener
en una solución rápida.
2. La espiritualidad de imitación.
La
espiritualidad de imitación es la tendencia a hablar, vestirse y actuar
como nos imaginamos que una persona espiritual lo haría. Se trata de un
tipo de espiritualidad que imita la realización espiritual en la forma
en que la tela de piel de leopardo imita a la piel real de un leopardo.
3. Motivaciones confusas.
A pesar
de que nuestro deseo de crecer es genuino y puro, a menudo se mezcla
con otras motivaciones, entre ellas el deseo de ser amado, el deseo de
pertenecer, la necesidad de llenar nuestro vacío interior, la creencia
de que el camino espiritual nos liberará de nuestros sufrimientos, y la
ambición espiritual (el deseo de ser especiales) de ser “mejor que”, y
ser “el elegido”.
4. Identificarse con las experiencias espirituales.
En esta
enfermedad, el ego se identifica con nuestras experiencias espirituales
y las toma como propias, y empezamos a creer que estamos encarnando
ideas que han surgido dentro de nosotros en determinados momentos. En la
mayoría de los casos, no dura indefinidamente aunque tiende a perdurar
por largos periodos de tiempo en los que se creen iluminados y/o que
funcionan como maestros espirituales.
5. El ego espiritualizado.
Esta
enfermedad ocurre cuando la propia estructura de la personalidad del ego
se mezcla arraigada y profundamente con conceptos espirituales e ideas.
El resultado es una estructura del ego que es “a prueba de balas.”
Cuando el ego se espiritualiza, somos invulnerables a la ayuda, a la
nueva información o a la retroalimentación constructiva. Nos convertimos
en seres humanos impenetrables y estancamos nuestro crecimiento
espiritual, todo ello en nombre de la espiritualidad.
6. La producción en masa de los maestros espirituales.
Hay una
serie de tradiciones espirituales de moda en la actualidad que producen
personas que creen estar a un nivel de iluminación espiritual, o
maestría, que está mucho más allá de su nivel real. Esta enfermedad
funciona como una cinta transportadora espiritual: ponte en este
resplandor, consigue aquella visión, y¡ bam! estás iluminado y listo
para iluminar a otros en forma similar. El problema no es que estos
profesores instruyan sino que se presentan como si hubiesen alcanzado la
maestría espiritual.
7. El orgullo espiritual.
El
orgullo espiritual se produce cuando el practicante, a través de años de
esfuerzo, en realidad ha alcanzado un cierto nivel de sabiduría y usa
ese logro para justificar el cierre a más experiencias. Una sensación de
“superioridad espiritual” es otro síntoma de esta enfermedad de
transmisión espiritual. Se manifiesta como una sutil sensación de que
“yo soy mejor que otros, más sabio, y por encima, porque yo soy
espiritual.”
8. La mente del grupo.
También
se describe como pensamiento de grupo o mentalidad de culto. La mente
de grupo es un virus insidioso que contiene muchos elementos de la
codependencia tradicionales. Un grupo espiritual tiene acuerdos sutiles e
inconscientes con respecto a la forma correcta de pensar, hablar,
vestirse y actuar. Los individuos y los grupos infectados con “mente de
grupo” rechazan a las personas, las actitudes y circunstancias que no se
ajusten a las normas, a menudo no escritas, del grupo.
9. El complejo del pueblo elegido.
Es la
creencia de que “Nuestro grupo está más evolucionado espiritualmente, es
más potente, inteligente y, en pocas palabras, mejor que cualquier otro
grupo”. Existe una importante distinción entre el reconocimiento de que
uno ha encontrado el camino correcto, el profesor adecuado, o la
comunidad correcta para sí mismos, y el haber encontrado “al elegido”.
10. El virus mortal.
“Yo he
Llegado”: Esta enfermedad es tan potente que tiene la capacidad de ser
terminal y mortal para nuestra evolución espiritual. Esta es la creencia
de que “he llegado” al objetivo final de la senda espiritual. Nuestro
progreso espiritual termina en el punto donde se concreta esta idea en
nuestra mente, porque el momento en que comenzamos a creer que hemos
llegado al final del camino, un mayor crecimiento se detiene.
Una
parte fundamental del aprendizaje de discernimiento en el camino
espiritual es descubrir la enfermedad del ego y auto-engaño que está en
todos nosotros.
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Espero te resulte de interés, Blanca
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