Por:
Luisa Ileana Estrada Loría
Las
personas con resiliencia ven la vida como regalo
Esa
mujer con cáncer que vive más feliz que otros que gozan de plena salud; ese
niño sin zapatos corriendo y jugando por la calle que se muestra más alegre que
otro que cuenta con todas las comodidades y atenciones; ese hombre que acaba de
perder el trabajo y lo afronta con la mejor actitud, sabiendo rehacerse y
emprender un nuevo proyecto… todos conocemos personas como ellos. Personas
resistentes, fuertes, que nada ni nadie las derrumba. Resilientes.
La
resiliencia es la capacidad de ver todo como algo ventajoso, como una
oportunidad. Podemos ver la misma realidad desde diversos enfoques, una misma
situación a unos puede desalentarlos y a otros enardecerlos. ¿En dónde radica
la diferencia? ¿Por qué unos se vencen ante cualquier dificultad mientras a
otros las dificultades los fortalecen?
Resiliencia
es un concepto que los psicólogos tomaron del mundo de la Física. Según la Real
Academia Española, proviene del latín resiliens, resilentis, cuyo significado
es “saltar hacia atrás, rebotar”, “replegarse”. Se refiere a la capacidad de
adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o estado o situación
adversos.
Imaginemos
que caminamos sobre el pasto. Cada una de las hojas fue sometida a fuerte presión
por nuestro peso, es posible que durante un tiempo se mantengan en la misma
forma que cuando fueron presionadas, pero al cabo de breves momentos
recuperarán su forma original y estarán listas para nuevos viandantes. El pasto
es resiliente.
La
crisis es parte de la vida. Los seres vivos estamos diseñados para lidiar con
“agentes perturbadores, estados o situaciones adversos”. Este concepto
planteado en 1973 por Crawford Stanley Holling (ecologista canadiense y
profesor de Ciencias Ecológicas de la Universidad de Florida) fue adoptada por
la Psicología al notar que ciertos individuos sometidos a eventos traumáticos y
experiencias perturbadoras, en las que las expectativas de secuelas eran altas,
salían ilesos y, más aún, fortalecidos. Comenzó a hablarse de resiliencia en
los seres humanos.
Retomando
la definición de la RAE, la resiliencia es la capacidad de un material,
mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la
perturbación a la que estaba sometido. Pensemos en huracanes, terremotos,
incendios… el efecto inmediato es el caos, la destrucción y la muerte; con el
paso de los días, los meses y los años percibimos un nuevo panorama, la vida ha
sido más fuerte. El ser humano, asimismo, puede recuperarse. Forma parte de
este mundo regenerativo y regenerador si quiere. Ésa es la gran diferencia. Su
regalo y su mayor desafío: la libertad.
El
ecosistema, la naturaleza, cuenta con esa propiedad de autorrecuperación —con
sus límites, como los ecologistas nos han señalado últimamente—, el hombre es
capaz de superar las adversidades, pero como tantas otras capacidades puede o
no desarrollarlas. Requiere esfuerzo. Reconocer esa potencialidad es un primer
paso.
Una
persona que vive consciente de sus capacidades, habilidades y recursos, que
reconoce su potencialidad de afrontamiento, su resiliencia considera la vida
como un regalo. Todo es un regalo: cada día, cada experiencia, buena o mala,
fea o bella, dura o tierna, difícil o agradable, todo le construye, todo le
descubre a sí misma quién es y de lo que es capaz. Desde este punto de vista
todo es enriquecedor: una traición, un olvido, una zancadilla, una enfermedad,
la muerte de un familiar, un revés económico, la depresión de la pareja. La
circunstancia que sea es una oportunidad de crecimiento personal, de
autoconstrucción. El dolor se convierte en un maestro, en un amigo.
A
veces las personas se “casan” con un autoconcepto rígido y aburrido de sí
mismos. Como dice la canción de José José: “Así nací y así me moriré…” y
olvidan que el ser humano es un proceso inacabado, que quizá aún no conocen lo
mejor de sí mismos. Hay muchas experiencias y vivencias, errores y aciertos que
nos van enseñando, y tenemos esa capacidad de aprender la lección. Tener esa
actitud de flexibilidad, tener un concepto de sí mismo dinámico y creativo es
propio de personas resilientes. Saberse posibilidad, saberse inacabados. Poder
afirmar de sí mismos: “Soy así hasta ahora…” abre la oportunidad a lo novedoso,
a una solución distinta de lo que hemos intentado y que me construye o
reconstruye, me fortalece y/o capacita.
La
resiliencia es, por lo tanto, una excelente herramienta con la cual contar,
cualesquiera que sean las circunstancias concretas de la persona. La buena
noticia es que no es exclusiva para una élite o minoría o para superdotados,
sino que está al alcance de todos los seres humanos siempre y cuando adopten
las actitudes necesarias. ¿Cuáles son esas actitudes o estrategias? El buen
humor, la gratitud, la aceptación del dolor y la apertura a nuevos
aprendizajes, legitimación de los propios logros y capacidades y visión de sí
mismo como ser dotado de habilidades, cualidades y talentos para afrontar la
situación y saberse habitado por el amor.
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Espero te sea de utilidad, Blanca
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