Por: Azucena Fraile
Emprender después de los 40, si se hace con cabeza (te remito al post que publiqué aquí no hace mucho Emprender después de los 40: ¿acierto o locura?,
para que consigas lanzarte minimizando los riesgos), tiene una serie de
alicientes que probablemente a otra edad no tengan el mismo sentido y
que constituyen la esencia de la motivación interna con la que,
cuando conectes, te aseguro que te va a dar igual lo que pase a tu
alrededor porque serás imparable.
Pero antes de entrar en detalle, a la hora de hablar de motivación en las personas, es muy importante que distingas entre motivación externa y motivación interna,
porque si bien las dos son importantes, es en la segunda precisamente
donde radica la clave para que tu energía esté siempre al más alto
nivel.
Motivación externa
Es la que, como su propio nombre indica, tiene que ver con factores
externos. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, el que te hayan echado
del trabajo y te veas en una edad que creas que la única salida sea
emprender. Es algo que no nace de ti, sino que es fruto de una
consecuencia como digo externa que se escapa a tu control pero que te
fuerza a virar en otra dirección.
Motivación interna
Es aquella que, igualmente como su propio nombre indica, es la que
nace de tu interior, de tu esencia como ser humano, de tus anhelos, de
tus inquietudes, en definitiva, de tus sueños incumplidos y que ahora de
alguna manera quieres hacer realidad, aunque a lo mejor al principio
estés más perdido que una cabra en un garaje y no sepas muy bien por
dónde tirar.
Esta segunda motivación es la que te hará realmente imparable. Sabrás que has conectado con ella cuando sientas que hay una fuerza que tira de ti y que te atrae en vez de esa otra fuerza que te empuja y a la que haces caso a veces a regañadientes.
Sí, el artículo de hoy lo arranco de una manera un tanto no sé si
filosófica o hasta espiritual, pero es que considero importante que
entiendas esto porque es lo que al final determinará no sólo tu
capacidad de avanzar contra viento y marea, sino también tu capacidad de
enfocarte y dejar de postergar lo que realmente tienes que hacer por
miedo o inseguridad, por una sencilla razón: cuando tienes una
motivación interna para hacer lo que haces, lo que nos da miedo se
atenúa y se ve más como una “tos pasajera” que hay que pasar que como un
obstáculo insalvable.
Pero, ¿dónde y cómo encontrar esa motivación interna que no deje de impulsarte?
Te confieso que me ha llevado un tiempo entender lo que voy a compartir
contigo, pero ya por fin tengo claro cuáles han sido las 3 fuentes de
las que he bebido a lo largo de toda mi andadura y que me han llevado no
sólo a encontrar esa motivación interna, sino a construir en torno a
ellas mi propio negocio.
1. Ayudar a los demás
Una de las razones por las que alguna personas decidimos emprender
después de los 40 es sencillamente porque el trabajo que habíamos
desempeñado hasta ahora ha dejado de tener sentido, o incluso
posiblemente nunca lo tuvo. Entramos en la rueda que nos marcó la
sociedad y la educación que recibimos y nadie nos preguntó ni qué
queríamos hacer ni por qué. Además no todo el mundo tiene clara su
vocación desde su más tierna infancia.
Es la crisis de los 40, está claro, en la que ya has vivido media vida, observas adónde has llegado y dices: “¿qué puñetas hago aquí?”.
Y muchas cosas dejan de tener sentido para ti…incluso puede que todo
esto vaya acompañado de un divorcio, pero no voy a levantar ampollas con
ese tema;-).
A lo que voy es a que es fácil que te des cuenta que lo que has
venido haciendo hasta ahora ha estado basado en la seguridad económica
únicamente, o en amasar fortuna, sin importarte mucho lo que hacías.
Pero ahora te das cuenta de que eso por sí solo no te acaba de llenar y sientes hasta un cierto vacío, por qué no.
Y es entonces cuando te das cuenta que lo que más te satisface y te enriquece es ayudar a los demás. Por lo tanto, a la hora de buscar una idea de negocio, pensar en algo que ayude a los demás de verdad es fundamental.
Por supuesto que sea algo en lo que tú puedes aportar con una solución a
un problema que los demás tienen y que además de pagarte por ello te
van a dar incluso un achuchón o hasta un abrazo con pierna.
Bromas aparte, se van a sentir realmente agradecidos. Y eso es algo
que motiva a cualquiera. Por lo tanto, busca por ahí, porque el reconocimiento sincero a lo que haces es una de las cosas más satisfactorias que puedes llegar a sentir.
2. Dejar tu legado
Emprender en la segunda mitad de la vida puede ser la
oportunidad de dejar un legado a tus hijos si los tienes y/o a muchas
otras personas a las que tu experiencia y aprendizaje pueden darles la
luz suficiente como para avanzar en su propio camino.
A mis clientes les digo muchas veces que ya es hora de que brillen y
que tienen incluso el deber moral de dejar a los demás todo lo bueno que
llevan dentro. Tener algo que aportar a los demás, al mundo y
guardárselo no tiene ningún sentido. Y 40 años o más dan para mucho
aprendizaje y emprender puede ser algo así como la olla en la que acabes
de condimentar y cocer el guiso que muchos puedan degustar y apreciar.
Es algo que te revierte quieras o no quieras y que te retroalimenta
porque ese legado crece con el paso del tiempo porque sigues y sigues
aprendiendo y perfeccionando lo que ya sabes, incorporando mayor
experiencia y aportando cada vez más y más.
Yo no tengo hijos, pero si los tienes, imagínate el ejemplo
que puedes darles. Serás un referente, una prueba con patas de que ellos
también pueden luchar por aquello que quieren y además sin esperar a
cumplir los 40. Ponte en su lugar, estarán orgullosos de ti.
Sin darte cuenta les estarás enseñando a ser valientes, a atreverse a
cualquier cosa.
3. Tu desarrollo personal
Y relacionado con todo lo anterior, ésta es la fuente de la que
personalmente bebo todos los días y donde mayor motivación interna he
encontrado: mi propio crecimiento como persona.
Con cada paso hacia adelante que das en tu proyecto, dejas atrás un
miedo, desarrollas más una habilidad, te atreves a hacer algo que hace
años te parecería impensable, eres más libre, tienes mayor capacidad de
elección, de decidir lo que quieres y lo que no, de luchar por aquello
que merece la pena…¿sigo?.
El aliciente para seguir adelante es enorme porque poco a
poco te das cuenta de que te vas convirtiendo en la persona que
realmente eres porque te vas despojando de todo aquello que te ha ido
atenazando durante años. Es un reto continuo.
Siempre he dicho que emprender es uno de los procesos más bestiales
de crecimiento personal que he experimentado. Hay cosas que duelen en el
camino porque te desprendes de aquello que estaba tan adherido a ti que
es como si te arrancaras a veces un brazo, pero te das cuenta que
rápidamente ese brazo crece de nuevo y en muchas mejores condiciones.
Sentirse capaz de hacer y obtener cada vez más que te aporte a ti y a
los demás es alimento suficiente como para seguir en la brecha sin que
te tiemble el pulso, créeme.
Si llegas a ese punto ya no habrá nada que te pare.
Te he contado las 3 fuentes principales en las que bajo mi punto de
vista es más fácil encontrar la motivación interna, pero por encima de
todas ellas hay una mucho más fuerte: la fe que tengas en ti mismo y en que lo vas a conseguir.
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Espero te sea de utilidad, Blanca
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