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martes, 5 de mayo de 2015

“¿Importa mucho cómo nos ven los demás?”

Autor: Cecilia Casado
Tomado de:  http://blogs.diariovasco.com/apartirdelos50/2015/04/17/crecimiento-personal-importa-mucho-como-nos-ven-los-demas/

La opinión de un perfecto desconocido puede abrir brechas en el pensamiento provocando una reflexión desasosegante.
 
Eso es lo que me ocurrió justo el otro día cuando, inopinadamente, durante una excursión al monte, un compañero de “bastón”, inició un tímido saludo que acabó convirtiéndose en una larguísima conversación sobre la divinidad de la naturaleza y la falta de humanidad de nuestro género (el humano).

Me agrada compartir charlas que superan la línea invisible de lo superficial y es enriquecedor tenerlas ausente de todo prejuicio, como puede ser este caso ya que ni el nombre sabíamos el uno del otro. Exponer un poco el propio corazón, abrir la verja de la mente y compartir alguna vivencia pasada con una voz que habla sincera y segura a nuestro lado, no es una oportunidad cotidiana; por eso la aproveché –y creo que él también. Al cabo de tres cuartos de hora ya nos habíamos hecho amigos, mucho más amigos que los que decíamos tener en Facebook. Fue entonces cuando me preguntó mi nombre y supe el suyo.

Detrás de un bocadillo y una cerveza, cercana ya la hora de la despedida, me dijo que le había encantado charlar conmigo (placer recíproco) y apostilló: “aunque seas tan seria”.
-¿Seria…yoooo?

Llevo dándole vueltas días enteros a esa aseveración que, según explicación que “exigí” al momento, parece ser que viene dada por la que yo creía buena costumbre de saber escuchar, de hablar después con voz mesurada y de inspirar aire puro en silencio y con los ojos cerrados en vez de dar saltos de alegría y cantar a voz en cuello… ¡Y yo que creía que era una persona alegre descubro ahora que doy la imagen de mujer seria!

Como no quería quedarme únicamente con la opinión de un advenedizo bien acogido, he empezado a preguntar a mis amigas y amigos cómo me ven, corriendo el riesgo temerario de llevarme más de una decepción e incluso algún revolcón emocional.

¿Cómo nos ven los demás?
¿Se atreverán a confesar las sombras que proyectamos?
Y lo que es más interesante: ¿Aceptaremos escuchar opiniones que consideremos inadecuadas?

Es un juego peligroso que pocas personas aceptarán jugar porque quizás el que gane no lo haga más que a través de una victoria pírrica corriendo el riesgo de perder un amigo.

¿Qué respondería yo si una amiga me dijera que fuera absolutamente sincera y le diera mi opinión acerca de cómo la veo? ¿Le hablaría de TODO lo que me inspira o me callaría algunas cosas, no por no ofenderla, sino por no enfadarla?

Esas sinceridades abruptas suelen darse entre las parejas, sobre todo cuando ya empiezan a ser mal avenidas y uno le echa en cara al otro lo que le disgusta o desagrada de su manera de comportarse. Luego vienen los reproches en plan dardos, venablos y lanzazos indiscriminados y si no se mata el amor seguro que se queda bien herido.

Reconocer que nos importa cómo nos ven los demás tiene su aquél; por un lado es como volvernos vulnerables a opiniones que no controlamos y por el otro, entre la vanidad y el ego podemos hacer una mazamorra francamente perjudicial. Pero si decimos que “a mí me da igual lo que opinen los demás” estamos, de alguna manera, despreciando al otro que nos quiere y si estamos pendientes de la opinión ajena mostramos una vulnerabilidad absurda también. ¡Qué complicado!

Como decía un personaje de una estupenda película, “Le week end”, -odio que me odien- que es lo mismo que decir –amo que me amen. ¿Quién se librará de ello?

En fin.

LaAlquimista
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Espero te haya sido de utilidad, Blanca

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