El miedo es un rasgo normal del ser
humano, y sirve para alertarnos y protegernos. En este artículo
analizaremos los demonios personales que todos tememos, no como enemigos
que hay que vencer, sino como aspectos de la vida que tenemos que
dominar, que pueden ser dominados, con la ayuda de la sabiduría que
poseemos en nuestro interior.
Nuestros demonios personales
Todos tenemos nuestros demonios
personales, que están íntimamente relacionados con nuestra historia y
con nuestros puntos vulnerables. Así como en la odisea de Ulises,
las sirenas intentan distraernos con el poder de su atractivo, nuestros
demonios personales nos alejan de nuestros recursos y de nuestros
objetivos valiéndose del miedo. Pueden perseguirnos desde el pasado,
tendernos una trampa en el presente o acecharnos desde el futuro.
Los demonios personales son reales
porque nos implican realmente. Nos atrapan en medio de experiencias
intensas, de sentimientos intensos y de reacciones intensas. Dado que
poseemos la capacidad de recordar, podemos reproducir acontecimientos
del pasado recurriendo a una amplia gama de experiencias sensoriales. De
hecho, podemos volver a tener una experiencia aterradora. Dado que
poseemos la capacidad de imaginación, también podemos hacer lo mismo
anticipándonos a un hecho, sin importar que en la realidad se cumpla o
no. De modo que es posible repetir los malos momentos o imaginar los del
futuro sin que jamás sucedan en la realidad.
Ya sean reales o imaginarios, del
pasado, del presente o del futuro, internos o externos, tus demonios
personales pueden atraparte. En ese sentido, todos los demonios son
reales, porque sus efectos también lo son. El núcleo es el miedo, a
veces miedo de la cosa, a veces miedo del propio miedo. Y cuando tenemos miedo, nos sentimos impotentes, carentes de recursos y completamente paralizados. Como si algo absorbiera nuestro poder personal y lo situase en el marco aquello que tememos.
Vamos a ver cómo podemos darles la vuelta, conocer la sabiduría que entrañan, aprender de ellos y gestionarlos eficazmente.
Para ello, podemos desarrollar un proceso muy interesante y clarificador dividido en 6 pasos
6 Pasos Para Aprender de Tus Demonios Personales
Paso 1. Reconocer qué sucede realmente.
Las personas que saben reaccionar ante
cualquier emergencia suelen tener una estrategia para evitar agobiarse.
No se dejan invadir por los sentimientos, no se imaginan situaciones
futuras y centran en hacer lo necesario en el AHORA, en el presente.
Sin embargo, puede que en otras circunstancias tengan muchos
sentimientos e imaginación. ¿Cómo lo hacen? No convierten la situación
en lo que no es. No pretenden minimizarla ni racionalizarla de ninguna
manera, y tampoco se permiten dramatizarla ni exagerarla.
Paso 2. Cambiar de estado.
Si sientes pánico, si te colapsas o te
dejas dominar por las emociones, recuerda que no te puedes dar el lujo
de no reaccionar. Utiliza la adrenalina para darte un momento a ti mismo
y percibir la intensidad real de tus emociones. Ésa es la necesidad de
comunicación que tiene tu interior en ese preciso momento.
Conectar así es de hecho, una manera de comenzar a cambiar tu estado,
puesto que hasta la propia intensidad de la concentración que pones en
los sentimientos desagradables activa una concentración interna y, por
lo mismo, comienza a modificarse el patrón de tus ondas cerebrales.
Para aprender de tus demonios personales y comenzar a cambiar de estado, puedes hacer lo siguiente:
-Podrías apretar los puños y percibir la
tensión real de los músculos. A medida que los relajas, te percatarás
de cómo afecta a tu antebrazo y al resto del brazo.
-Respira hondo unas cuantas veces
alzando las costillas y deja escapar el aire cada vez lo más lentamente
posible. Descubrirás que esto facilita una respiración aún más profunda
la siguiente vez.
-Imagínate que eres un colaborador
externo en tu propia situación. Estás preocupado, pero no estás
emocionalmente implicado. ¿Qué te parece la situación? ¿Te pone a
prueba? ¿Es peligrosa? ¿Alarmante?
¿Incierta? ¿Amenazante, pero sin que sea
una amenaza vital? Incluso cuando se trata de una situación de vida o
muerte, como en el caso de un accidente grave o de una enfermedad, el
que presta ayuda externa intenta identificar las prioridades inmediatas.
Puedes conseguirlo, aun cuando la persona de cuyo drama es testigo seas
tu mismo. Es una manera creativa y útil de controlar el poder inherente en la situación,
porque la adrenalina que has generado mediante tu alarma ahora puede
procurarte la energía que necesitas para pensar con claridad y tomar las
medidas necesarias.
Paso 3. Buscar el valor de las señales de los demonios personales.
Reflexiona sobre el significado especial
que tienen esos demonios personales para tí. ¿Por qué un temor
específico se vuelve recurrente en tu vida? ¿Por qué éste?
Paso 4. Mantener contacto con un sentido de la realidad
Los demonios personales viven en la exageración.
Por lo tanto, es muy conveniente minimizarlos. Una de las maneras de
conseguirlo es utilizar la imaginación de la que se alimentan para
quitarles su poder.
He aquí una pregunta secuencial que puedes realizarte ante una situación que puedas catalogar como pésima:
¿Qué es lo peor que puede suceder?
Y ¿Qué es lo peor que puede suceder?
Y ¿Qué es lo peor que puede suceder?
Y ¿Qué es lo peor que puede suceder?
¿ y lo peor que puede suceder?
Sigue preguntándote hasta llegado el momento de plantearte esta pregunta anclada en la realidad.
¿Cuán probable es todo eso?
Por lo general bastará con aumentar la escala de tus temores, para hacer explotar al demonio personal.
Llega un momento en que, al igual que un
globo demasiado hinchado sencillamente explota porque es incapaz de
contener más. Sin embargo, si hay un verdadero peligro oculto entre los
temores de la fantasía, el proceso te ayudará a analizarlo y sabrás de
qué se trata.
Paso 5. Abordar los aspectos específicos.
Independientemente de que el núcleo
inherente de tus demonios personales sea un trauma del pasado, un
peligro presente o un temor futuro, reconocerlo e identificarlo desde
una posición de neutralidad activa te permitirá saber cómo tienes que
proceder. En algunos casos, puede que decidas buscar la ayuda de un
terapeuta, un coach o un entrenador. La pregunta clave que debes
formularte en esta etapa del proceso es ¿Y ahora, qué?
Sí, hay una dificultad. ¿Qué acción
emprenderás? En cuanto te responsabilices de tu demonio de esta manera,
recuperarás el poder que le habías otorgado.
Paso 6. Volver a la realidad.
Tu demonio personal puede ser el miedo o
alguna emoción desestabilizadora, llámese rabia, remordimiento, odio,
envidia celos; pero el proceso será siempre el mismo. Y, en todos los
casos, el objetivo será recuperar el sentido de realidad, contigo mismo y
con las circunstancias externas. Sólo entonces podrás recuperar tu
dominio personal y elegir el camino adecuado.
¿Cómo puedes buscar el sentido de la realidad? Te sugiero que tomes en consideración estas tres premisas:
–Encuentra una manera de estar en paz con las experiencias del pasado que no se pueden cambiar, como aquellas que te han hecho sentir rabia, culpa, vergüenza o remordimiento.
Los demonios personales del pasado pueden convertirte en rehén del
presente e impedirte avanzar con libertad hacia el futuro. Sin embargo,
hay que respetar las emociones generadas por los acontecimientos del
pasado, porque en su momento fueron respuestas significativas. Muchas
personas se aferran a la rabia de hechos del pasado, se culpan a sí
mismas o a otros de incompetencias en el pasado o sienten remordimiento o
vergüenza por no haber actuado de manera distinta. En realidad, no se
pueden modificar los hechos del pasado, al contrario de lo que sucede
con nuestros sentimientos y el significado que les atribuimos, que sí
pueden cambiarse. El proceso tripartito de reconocimiento, aceptación y acción también funciona en estos casos.
–Fortalece tus bases.
Una de las paradojas del trabajo con los demonios personales es que
cuanto más los abordemos, menor será su poder para perjudicarnos o
incluso para atemorizarnos. Los demonios pueden ser otras personas o
nuestros propios impulsos, pensamientos y esquemas, traumas del pasado o
temores del futuro, y cuanto más trabajemos con ellos, más aumentará
nuestro poder. Como descubrió Frodo con el atormentado Gollum en El Señor de los Anillos, un primer paso importante es suponer que nadie ni ninguna situación es total, absoluta e incuestionablemente mala.
Esto no significa que tengamos que
comprometer nuestras creencias ni nuestras normas. No tienen por qué
gustarnos los otros ni tenemos que perdonarles sus actos, pero podemos
llegar a entender qué sucede.
Y eso puede restablecer el sentido de
nuestra propia valía y nuestro sentido de realidad. También crea un tipo
de relación de poder muy diferente con ellos.
–Reconstruye tu integridad.
Lo que estás haciendo es reconstruir tu sentido de la plenitud y de la
fidelidad a ti mismo. Cuando te enfrentas a tus demonios personales y
decides seguir de todas maneras, te estás permitiendo vivir experiencias
muy diferentes, pero sin verte obligado a escoger entre ellas. Cuando
asumes compromisos a partir de este sentido de la realidad personal,
cualquier concesión que hagas será deliberada y voluntaria, y no
accidental e involuntaria o por influencia de terceras personas.
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Espero te sea de utilidad, Blanca
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