Publicado por: Valeria Sabater
Dejar ir es un acto que nos vemos obligados a realizar en diversas ocasiones
a lo largo de nuestra vida. Es un acto de crecimiento interior que si
bien es cierto que ocasiona dolor, también supone obtener un
aprendizaje. Nos obliga a cerrar etapas de nuestra existencia para
avanzar con mayor seguridad.
Todas tenemos claro que algo así no es sencillo, que requiere valentía y una fuerza emocional que no se adquiere de la noche a la mañana. También suele decirse que quien aún no ha vivido una pérdida, ya sea afectiva, personal, emocional o incluso experimentar una simple desilusión, es que aún no ha empezado a vivir.
Dejar ir, un acto de valentía que se aprende con el tiempo
Todas tenemos claro que algo así no es sencillo, que requiere valentía y una fuerza emocional que no se adquiere de la noche a la mañana. También suele decirse que quien aún no ha vivido una pérdida, ya sea afectiva, personal, emocional o incluso experimentar una simple desilusión, es que aún no ha empezado a vivir.
Dejar ir, un acto de valentía que se aprende con el tiempo
Hagamos primero un pequeño acto de reflexión… ¿Cuántas cosas has tenido que dejar ir a lo largo de tu vida? Te ponemos unos pequeños ejemplos con los que seguramente te sentirás identificada:
- Perder una amistad por un desacuerdo, una traición o por simple necesidad de alejarnos de alguien que ya no nos aportaba nada.
- Dejar ir una oportunidad, bien porque no era el momento o porque no estábamos preparadas para esa experiencia.
- Perder a una persona, dejar de verla porque las circunstancias así lo han querido o porque hemos sufrido su pérdida física. Un fallecimiento.
- Dejar una o varias relaciones, con todo el sufrimiento emocional que ello implica.
Dejar ir supone romper unos vínculos muy profundos con algo o alguien que nos era muy significativo. Así pues, y de alguna manera nos obliga a reconstruirnos por dentro y a encontrar nuevos apoyos, nuevas determinaciones. Pensar que la vida no cambia, que lo que tenemos ahora va a permanecer es un error muy común y una realidad a la que nadie nos ha preparado.
Veamos ahora cómo sería la forma más apropiada de hacer frente a este tipo de situaciones,
Aceptar la adversidad y la pérdida como una parte más de la vida
Tal y como te hemos indicado, nadie viene a este mundo preparado para vivir desilusiones, para aceptar la frustración, el fracaso o la pérdida de las personas que nos son significativas.- Es necesario que disfrutemos al máximo cada día y cada momento, teniendo muy claro que todo puede ser temporal. Que nada permanece para siempre por mucho que lo deseemos.
- Aceptar la adversidad o el hecho de que todo puede cambiar de la noche a la mañana, supone a su vez desarrollar una serie de actitudes personales. Una de ellas es evitar un apego obsesivo y determinante hacia las cosas, personas y relaciones.
- Nunca construyas todo tu mundo alrededor de una persona en concreto. Es decir, evita esa dependencia absoluta hacia tu pareja hasta tal punto que olvides tu crecimiento personal. De ese modo, si en algún momento aparece la separación o la distancia, tu mundo no se verá tan desmoronado.
- Ama, cultiva tus amistades, tu relación de pareja con la máxima intensidad, pero no olvides alimentar también tus sueños, tus proyectos, tus capacidades personales y emocionales. De alguna manera se trataría de amar al máximo pero sin depender, querer pero sin crear un apego donde no hay espacios personales.
La importancia de saber cerrar una etapa
Cerrar una etapa supone en primer lugar aceptar lo sucedido, y eso es algo que no todo el mundo puede asumir. Si hemos sido abandonadas, si nos han traicionado o si simplemente hemos acordado una separación porque es lo mejor para ambos, es una realidad que debe integrarse y aceptarse.- Para propiciar esa aceptación, en primer lugar hemos de entender qué ha ocurrido. Todos necesitamos una comprensión que nos haga tener en cierto modo, un poco de control sobre la situación.
- Es vital también que evitemos almacenar rencor, odio o rabia. Toda emoción negativa crea dependencia, y como tal nos va a impedir poder dejar ir, poder avanzar.
- Acepta también que las etapas no se cierran de la noche a la mañana. Requiere tiempo y mucha calma interior, atendernos a nosotras mismas sanando esas heridas interiores.
- A su vez, las etapas que se cierran suponen lo creamos o no la posibilidad de que lleguen otras oportunidades. Es necesario pues saber decir adiós, saber “desapegarnos” del pasado permitiéndonos nuevas felicidades.
- Todos cambiamos un poco cuando dejamos ir algo, pero lo que debemos evitar es que esa pérdida nos llene de emociones negativas hasta el punto de cerrarnos a la vida, a volver a ilusionarnos y hacer proyectos.
La vida, en esencia, es un continuo fluir donde nada permanece, todos formamos parte de unos cambios continuos a los cuales adaptarnos para vivir en plenitud siendo un poco más fuertes cada vez.
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Espero te sea de utilidad, Blanca
Muchas Gracias, entender y asimilar las pérdidas es un proceso difícil que nos recuerda con más agudeza nuestra humanidad. Soportar el dolor nos alarga el sufrimiento, dejar ir nos libera nuestros miedos, aprender a hacerlo es vivir, gracias por compartir como ayudarnos.
ResponderEliminarBendiciones
Así es!!! Gracias por estar aquí. Un abrazo
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