Como dice el principio bíblico: "Ama a tu prójimo como a ti
mismo". Pero esto solo puede conseguirse, vivirse de una forma total, si
empezamos por nosotros mismos. Uno no puede amar a los demás si no se ama a sí
mismo. Es un principio básico. Cuando uno empieza a ser amable y respetuoso con
uno mismo, que no es otra cosa que ser consciente de su ser real, todo Amor, el
ser amable y respetuoso con los demás es el acto más natural y consecuente que
puede suceder. La fuerza del amor hacia uno es como una maravillosa cascada de
energía que sale proyectada hacia los demás, haciendo partícipes a los otros de
ese baño de luz y pureza que disfrutamos.
Ámate a ti mismo y será Amor completo, olvidarás el tú y el yo, lo mío y lo
tuyo. El amor hacia uno mismo, el auténtico y bien entendido, elimina toda
frontera, toda separación, es amor total, compasivo, en continua entrega ¡de igual a igual!
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Quinto precepto de vida, Blanca
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