Por: Gustavo Levín
Fuente: http://www.animalespiritual.com/
Lidiar con ese lado que no vemos o que nos resulta contrario a nuestra auto imagen, y hacerlo parte, es mucho más liviano que ocultarlo
¿El mal es realmente malo? ¿El bien es
realmente bueno? Si histórica y actualmente en la lucha contra el mal
se cometen atrocidades en nombre del bien, algo anda mal. Quién
dictamina qué es el bien y qué es el mal a nivel global? Los grupos
económicos, los gobiernos, los medios de comunicación? Quién dictamina
qué es el bien y qué es el mal a nivel individual? La mente, la familia,
el colegio, la religión? A todo eso que está considerado mal y que no
queremos reconocer como individuos o como sociedad llamésmole lado
oscuro, sombra, lado animal, diablo, etc.
Las guerras externas e internas se
justifican con una perfecta coartada: “al mal hay que eliminarlo, hay
que reprimirlo, hay que dejarlo a un lado.” Y aquí solo triunfa la
violencia con la que se asesina al mal, el miedo a enfrentarse con ese
diablo y negociar con él, y el no querer aceptar un lado oscuro que no
nos permitimos ver.
Probar tomar ese lado oscuro,
iluminarlo e integrarlo, tal vez sea más sanador y realista que suprimir
el “mal” (o lo que nos hicieron creer que es el mal). De esta manera
podremos conocer un costado de nuestra personalidad desconocido o no
explorado, podremos evitar que ese lado reprimido explote en algún
momento y hacer o hacernos mucho daño en un acto impulsivo e
incontrolable.
Lidiar con ese lado que no vemos o
que nos resulta contrario a nuestra auto imagen, y hacerlo parte, es
mucho más liviano que ocultarlo. Se hace pesado cuando descargamos esa
ira reprimida en lugares o personas que no merecen esa furia.
Y ese lado oscuro no necesariamente
deberá ser un instinto asesino, sino quizá el mostrarse sensible, el
decir la verdad, el reconocer algo en uno mismo que no está aceptado
como moral por la sociedad y el entorno, entre otros.
La oscuridad está en las
proyecciones, en lo que supuestamente me molesta del otro y en realidad
es mi yo reflejado, lo que no quiero reconocer en mí. La sombra está en
la creencia de valores y mandatos impartidos por las familias,
sociedades, religiones y medios que no hacen más que reprimir al yo
verdadero.
El integrar el diablo puede
convertirnos en humanos, el reprimirlo nos lleva a mentirnos y andar por
la vida con el disfraz de santos sin saber quiénes somos.
Animarse a ser “malos”, mejor que disfrazado de “buenos” puede cambiar la historia.
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Espero te resulte de interés, Blanca
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