Fuente: www.reikiare.com, http://www.reddevida.es/
   Puede que algunos de vosotros ya 
estéis trabajando con vuestro niño interior. Hay libros y se organizan 
talleres sobre este tema. Existen ejercicios y actividades maravillosas 
que se pueden realizar con el propio niño interior, hay muchísima ayuda 
en este aspecto. No estás solo y desamparado, pero necesitas pedir ayuda
 para obtenerla.
   Una sugerencia es que busques una 
fotografía tuya de cuando eras niño. Mira la foto. ¿Ves a un niño 
desgraciado? ¿Ves a un niño feliz? Veas lo que veas, comunícate con él. 
Si ves a un niño asustado, haz algo para tranquilizarlo.
   Busca varias fotos de tu infancia y 
habla con el niño de cada foto. Es muy útil hablar con el propio niño 
interior frente al espejo. Si tenías un sobrenombre cuando eras niño, 
utilízalo. Ten pañuelos a mano. Te sugiero que te sientes frente al 
espejo, porque si te quedas de pie saldrás corriendo por la puerta. Es 
mejor que te sientes con una caja de pañuelos y empieces a hablar.
   Otro ejercicio que puedes hacer es comunicarte con él mediante la escritura.
   Aflorará también muchísima 
información, usa dos bolígrafos o rotuladores de colores distintos. Con 
uno de ellos en la mano dominante escribe una pregunta. Con el otro en 
tu otra mano haz que el niño escriba la respuesta. Es un ejercicio 
fascinante.
   Cuando escribe la pregunta el adulto 
cree que conoce la respuesta, pero cuando coge el bolígrafo con la mano 
no dominante, la respuesta suele resultar distinta a la esperada.
   También podéis dibujar juntos. A 
muchas personas probablemente les encantaba dibujar y pintar en su 
infancia, hasta que les dijeron que debían ser limpias y ordenadas y no 
dibujar o pintar fuera de los márgenes. De modo que empieza a dibujar 
nuevamente. Utiliza tu mano no dominante para dibujar una imagen de 
algún acontecimiento que acaba de suceder.
   Observa cómo te sientes. Hazle una pregunta a tu niño interior, déjalo que dibuje con tu mano no dominante, y ve qué dibuja.
   Juega con tu niño interior. Haz cosas
 que le gusten a tu niño. ¿Qué te gustaba de verdad hacer cuando eras 
pequeño? ¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste? Con demasiada 
frecuencia el padre o la madre que llevamos dentro nos impiden 
divertirnos porque no es cosa de adultos. Así pues, tómate el tiempo 
necesario y diviértete.
   Haz las cosas tontas que hacías 
cuando eras niño, como saltar sobre montones de hojas o pasar corriendo 
bajo el chorro de agua de la manguera. Observa a los niños cuando 
juegan. Te traerá recuerdos de los juegos que jugabas.
   Si deseas más diversión en tu vida, 
comunícate con tu niño interior y actúa desde ese espacio de 
espontaneidad y alegría. Verás cómo comienzas a divertirte más, te lo 
prometo.
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Espero te sea de utilidad, Blanca


 
 
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