Gabriel Cruz Martínez,
Fuente: http://angelesamor.org/
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Existe la inclinación natural del hombre
hacia la felicidad y ésta no depende de sus atractivos sino de la
naturaleza de la voluntad del ser humano en la búsqueda del bien. Esta
tendencia ha sido calificada como innata, irresistible y esencial, y
además como constante y universal. Innata, porque no se crea;
irresistible, porque el individuo debe moverse a su consecución;
esencial, por la imperiosa necesidad de su posesión; constante, por el
continuo afán de su encuentro y universal por constituir un impulso o
urgencia insoslayable en la humanidad íntegra. Y esta propensión parece
que no va a ser satisfecha sino en forma natural, ya que al Yo íntimo
repugna todo artificio, y sin embargo, se intuyen la belleza y el bien
de la rectitud, corrección y orden subyacentes en el fondo de las
ilusorias formas.
El objeto de la felicidad,
conscientemente o no, lleva al hombre al seno de su propio origen, es
decir, su objetivo es la regresión al comienzo. Todas las formas
emergieron del principio multiplicante del Verbo en vibraciones
consecutivas y el Ser se centralizó en lo amorfo y en el movimiento que
trajo el calor, la luz, la vida y las dimensiones. El hombre cayó en la
materia y tuvo consciencia de sí y por ende de la separación cuántica de
su Principio. Notó entonces la pérdida de su inefable dicha al
sobrevenirle la desventura y supo que sólo en el retorno consciente a la
UNIDAD estaba la salvación.
Pero, en su desobediencia, corriendo
tras lo agradable y a la vez lo incorrecto, se alejó perpejo cada vez
más de la rectitud. Empero, captó que el logro de la posesión perpetua
de la Consciencia Cósmica, que excluye todo mal y está al alcance de
unos y otros, estaba en el regreso a la Unión con la Divinidad. Este
hecho, como un sentimiento irresistible y fascinante, produjo e hizo
imprescindible la religión, en ese momento.
Religión viene del latín, religare,
que en su connotación original significa volver a atar, ceñir más
estrechamente a Dios. Y así la religion vino a ser la avenida que
conduce a la Unidad y al regocijante Misticismo. No obstante, lo UNO se
ha diversificado y lo múltiple, esencialmente el cuerpo de lo Unico, ha
motivado innumerables opiniones.
Así los hedonistas han proclamado
como fin supremo de la vida la obtención del placer; los estóicos
enseñaron el dominio sobre la propia sensibilidad; los kantianos
establecieron el predominio de la consciencia moral; los naturalistas
atribuyeron las cosas a la naturaleza; los panteístas argumentaron que
la totalidad del universo es el verdadero Dios; los nacionalsocialistas
proclamaron que debían ejercer la autoridad que Dios les había otorgado
por su hegemonía racial y Freud fundó el psicoanálisis.
En esta forma podemos comprender que
todas las opiniones de pensadores, profetas y buscadores de sí mismos,
son sólo facetas de una sola y única realización, no comprendida
totalmente. “La definición es el concepto que nos indica la esencia” ha
manifestado Aristóteles. Ahora bien, la búsqueda de la verdad y su
formulación verbal para comunicación a los demás son disímiles. No se
puede expresar a otros lo que se ha conocido por experiencia propia.
Ya lo dijo alguien: “Hay tres cosas
en la vida que sólo pueden ser conocidas por experiencia: dolor, amor y
Dios.” Nadie puede comunicar realmente una operación de úlceras o
cáncer. Por ello la gente gusta de hablar de sus enfermedades y
tratamientos. Han pasado por una expeiencia que no han tenido otros.
El amor es otra realidad que
únicamente entienden verdaderamente los que han hecho rendición de su yo
y dicen´” mi mayor libertad es ser tu esclavo.”
Finalmente, todo el mundo conoce la
diferencia entre los teólogos que hablan de Dios y los místicos que
hablan con Dios. Felices son los corazones puros porque ellos verán al
Padre. La entrega total del corazón a la Divina Voluntad es el secreto
de la comprensión de la teología. En las cosas del hombre, sabiendo es
como llegamos al amor; en las cosas de Dios, amando es como llegamos a
conocer. Esto hace a todos los hombres iguales ante Dios.
No tiene nada que ver con nuestra
educación, talento o diplomas. La verdad está sólo abierta de par en par
a aquellos que aman, no por su propia voluntad, sino la Voluntad de
Dios. La obediencia es el instrumento de la visión espiritual. El amor
supremo es una renuncia y el real poder está en el estonamiento con el
Todopoderoso. Así la renuncia llega a ser la más gloria humana, sólo
comparable a la victoria de la castidad..
Todas las opiniones, por diferentes
que sean, contienen algo en lo cual concuerdan y precisamente el
conflicto de opiniones, así lo indica. Diciéndolo en forma distinta, no
es cierto, relativamente, lo que el individuo haya encontrado. La verdad
es lo común, y el camino para hallar la verdad consiste en comprobar lo
que se reconoce bajo las opiniones diversas.
Las demostraciones de los antiguos
sofistas de la relatividad de las opiniones se basaban en designar con
la misma palabra varios conceptos diversos. Así lo comprendió Sócrates y
por eso exigía de quienquiera que disputara con él, que determinara con
precisión los conceptos que debían estar ligados a las palabras
utilizadas. Reconoció que únicamente podemos llegar a dilucidar con
certeza algo, si los conceptos utilizados son determinados y comunes.
Por ejemplo, los sofistas efectuaban demostraciones por medio de
palabras, y el lenguaje los engañó respecto de sus falacias.
Según Heráclito, las cosas del mundo
sensible no son, sino devienen, y por lo tanto el conocimiento de lo
singular no es un auténtico conocimiento, aunque lo singular tiene
también algo en común, y este carácter común es, a un mismo tiempo, lo
que tiene de permanente. Esto es, no sólo deviene sino que Es, y a ello
tiene que dirigirse el conocimiento para saber del ente verdadero.
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Espero que te resulte de interés, Blanca
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Espero que te resulte de interés, Blanca
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