Tomado de: http://www.periodicodecrecimientopersonal.com/controlas-tu-mente-o-ella-te-controla-a-ti/
Entrevista a Enrique Simó.
¿Alguna vez has sentido la necesidad de “apagar” el constante flujo de pensamientos que tienes?
¿Eres consciente del impacto que tiene tu forma de pensar sobre tu manera de ser?
¿Eres consciente del impacto que tiene tu forma de pensar sobre tu manera de ser?
El funcionamiento de la mente sigue siendo una incógnita para la mayoría de seres humanos, al igual que su potencial. Y es que la mente puede condicionarnos o liberarnos.
¿Cómo funciona el pensamiento?
La base de nuestras palabras,
actitudes y acciones está en el pensamiento. Y como una semilla, cada
uno produce su propia flor y da su propio fruto. Los pensamientos pueden
ser constructivos o destructivos. Con el pensamiento generas una serie
de emociones que fisiológicamente crean una experiencia en tu interior.
Por lo tanto, aquello que pensamos y, cómo pensamos, determina aquello
que vivimos. De ahí que la pregunta clave sea: ¿controlas tu mente o tu
mente te controla a ti?
Ponme un ejemplo…
Imagina a una persona que no está a
gusto en su entorno de trabajo. No disfruta con lo que hace y siente la
necesidad de dar un giro a su orientación profesional. Puede enfocar su
situación de dos maneras muy distintas. Si piensa constantemente en lo
mucho que le infravaloran, critica a sus compañeros de trabajo y a su
jefe, cada día se va desmotivando más y sintiéndose peor en su lugar de
trabajo. Le cambia el humor y se desentiende de todo y todos, hasta que
finalmente, por extenuación, dimite. Eso sí, sigue pensando que la
empresa es responsable de su situación y su malestar.
¿De qué otra manera podría enfocarlo?
Puede pensar que ese lugar de trabajo
no le aporta suficiente, pero valora todo lo que ha aprendido en el
tiempo que lleva allí. En vez de martirizarse con críticas inútiles, se
dedica a pensar en qué opciones tiene para cambiar de entorno laboral y
qué puede hacer para cambiar su orientación profesional, buscando otras
ofertas o formación. Finalmente, dimite y continúa creciendo en otro
lugar. En su experiencia no cabe el rencor o el malestar, pues la
decisión de entrar en esa empresa y salir de ella ha sido suya. Este
ejemplo es extrapolable a todos los ámbitos de nuestra vida.
¿Por qué tendemos a pensar en negativo?
Por nuestra estructura mental,
nuestras creencias y la escala de valores. Caer y regodearse en lo
negativo es más fácil. Es un acto inconsciente y no requiere esfuerzo.
Hemos creado una forma de vida que prioriza la evasión y el beneficio
material ante todo. Tal como dijo Ghandi, “es más fácil responder a la
violencia con más violencia; lo que es verdaderamente difícil es
responder a la violencia manteniendo la calma”. Pero potenciar lo
positivo, aunque puede que al principio cueste más, es más beneficioso
para nuestra salud emocional.
¿Se pueden cambiar esos pensamientos negativos?
Sin duda alguna, pero hay que
potenciar la “gimnasia mental”, tener voluntad y determinación. Hemos
mecanizado tanto nuestras respuestas que apenas dejamos espacio entre el
estímulo y nuestra reacción. Por ejemplo, si vas en coche y otro
conductor te corta el paso, generalmente sueltas algún improperio
acompañado de un sonoro bocinazo. No te planteas que el otro conductor
quizás no lo ha hecho adrede, simplemente se ha despistado, algo que
mañana te puede suceder a ti. Por supuesto, crear este espacio de
consciencia requiere compromiso y entrenamiento.
¿Cómo podemos cambiar nuestra manera de pensar?
Observando y trabajando nuestro
interior. Es importante que nos dediquemos un rato cada día a nosotros
mismos. Aprender a controlar la respiración es un buen comienzo, además
de profundizar en las técnicas de relajación, la visualización y,
sobretodo, la meditación.
¿Podrías proponernos un ejercicio práctico?
Un buen ejercicio es parar,
conectarse con la respiración y observar con atención nuestros
pensamientos, aceptándolos y dejando que poco a poco la mente se vaya
serenando. De este modo iremos creando un espacio de silencio en nuestra
mente. En este punto, podemos “jugar” a recordar un momento feliz de
nuestra vida, visualizándolo como si lo estuviéramos viviendo de nuevo, y
poco a poco recrearemos la experiencia que hemos vivido.
Así, aprender a controlar nuestros pensamientos puede cambiar nuestra manera de entender y vivir la vida.…
Por supuesto. En la medida que nos
demos el espacio necesario entre el estímulo externo y nuestra reacción,
y reprogramemos nuestra mente a través del pensamiento consciente,
cambiaremos la percepción que tenemos de nuestro entorno. Conectándonos a
nosotros mismos y al momento presente podremos ser más capaces de
“plantar” semillas de pensamientos positivos a través de los que
podremos convertirnos en co-creadores de nuestras experiencias y de
nuestra realidad.
¿Y cómo podemos dirigir conscientemente los pensamientos?
Para poder cambiar los pensamientos
primero hemos de ser conscientes de qué es lo que ocurre en nuestra
mente. Para ello necesitamos centrarnos, ser conscientes de nosotros
mismos y de lo que nos rodea, observar y decidir en qué dirección
queremos dirigir los pensamientos. Los seres humanos no tenemos límites,
sólo los que nos imponen nuestros propios pensamientos. Y mediante el
entrenamiento adecuado, podemos utilizarlos y dirigirlos
conscientemente, escogiendo qué y cómo queremos pensar. Así es como
podemos conseguir la maestría en el arte de mantener la mente en
equilibrio y lograr un bienestar verdadero y sostenible. La palabra
clave en todo este proceso es “consciencia“.
Observar:
¿Qué pensamientos tienes cuando te despiertas?
¿Qué pensamientos son los que te roban tu energía?
¿Qué pensamientos te llenan de felicidad?
¿Qué pensamientos son los que te roban tu energía?
¿Qué pensamientos te llenan de felicidad?
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Espero te sea de utilidad, Blanca
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