Feliz día amigos!!!. Llegó a mí este artículo que
describe a la perfección, muchas de las situaciones que vivo cuando interactúo
con las personas que estamos en este camino de crecimiento espiritual. Los que
me conocen saben que me gusta llamar a las cosas por su nombre, pero eso a
veces no es bien visto. Por eso les invito a leer este artículo que nos llama a
reflexionar sobre: “Taparte los oídos no hace que disminuya el aullido del
viento, y meter la cabeza en la arena no hace que desaparezca el peligro” como
bien dice el autor…
Espero lo disfruten,
Un abrazo desde el corazón,
Blanca De León
Mis queridos amigos...
He decidido que tengo que dejar de confundir el simple
acto de hacer una observación, con negatividad.
Algunas personas, en un esfuerzo por “no poner ninguna
energía negativa en el espacio”, se niegan a decir nada sobre nadie ni nada que
pudiera interpretarse como negativo de ninguna manera. Y si alguien más dice
algo acerca de alguna persona, lugar o cosa que no es del todo positivo, mucha
gente va a criticar al que habla por “propagar energía negativa”.
Pronto, un cierto dogmatismo surge en torno a todo
esto, y de repente se vuelve inaceptable en algunos círculos “nueva era” hacer
otra cosa más que sonreír 16 horas al día y no decir nada más que cosas
positivas acerca de todo. En estos círculos, cuando alguien ofrece el más mínimo
comentario, predicción, o descripción que sea poco menos que totalmente
positiva, alguien más sin duda va a decir: “¿Estás queriendo crear eso?”, o
“¿Por qué estás creando eso?”
(Ejemplo: “Ay Dios, sí que me duele la cabeza esta
mañana.” “Bueno, ¿por qué estás creando eso?”)
Después de un tiempo, la gente se siente tan amarrada,
como en una camisa de fuerza, que tienen miedo de decir nada acerca de
cualquier cosa, a menos que puedan resplandecer con positividad de la cabeza a
los pies.
Yo llamo a esto un Bypass de la Nueva Era. Es cirugía
psíquica, en la psique misma. También puede convertirse en un juego de
“hacerte-loco”, donde la gente ni siquiera puede describir objetivamente algo
que está viendo justo delante de su cara, sin correr el riesgo de ser etiquetado
como alguien “deprimente” o que “piensa negativamente”.
(“El mercado bursátil tuvo sin duda un mal día.”
“Bueno, tú sí que eres deprimente...”)
Sin embargo, una Observación no es un Juicio, y una
Descripción no es una Condena. Nos beneficiaría mucho notar la diferencia.
Es perfectamente correcto decir “Va a llover”, cuando
de hecho, lo puedes oler en el aire. Recuerdo un día hace unos años cuando yo
estaba en un enorme picnic, al que habían asistido cerca de 40 ó 50 personas,
cuando uno de los invitados dijo casualmente, “Parece que va a llover”. A su
mujer casi le da un ataque de histeria. “¡No DIGAS eso!” dijo bruscamente.
“¿Estás tratando de HACER llover?”
Ahora, yo comprendo perfectamente bien que nosotros
creamos nuestra propia realidad, y he leído todos los mensajes de
Conversaciones con Dios y prácticamente todos los otros textos de Nueva
Espiritualidad que hay por ahí que dicen que nosotros hacemos eso con las
herramientas triples de pensamiento, palabra y obra. Yo sé todo acerca de la escuela
de pensamiento Como-Lo-Dices, Así-Será, sobre este tema. Yo pertenezco a esa
escuela. Pero ¿significa eso que no podemos ni siquiera ofrecer una simple
observación, carente de cualquier juicio o anuncio de preferencia, acerca de lo
que estamos experimentando en nuestras vidas?
Por supuesto que no. Decir “oh-oh, parece que va a
llover” no significa que tú seas la causa -y por lo tanto, tengas la culpa-
cuando lleguen las lluvias. Simplemente significa que estás observando lo que
sucede a tu alrededor. Significa que eres consciente. Y la conciencia es uno de
los mayores atributos que cualquier persona podría desarrollar.
El mensaje aquí es: no sustituyas pasividad por
discernimiento; no insertes -en nombre de la “positividad”- la ceguera total,
donde antes había observación aguda. Taparte los oídos no hace que disminuya el
aullido del viento, y meter la cabeza en la arena no hace que desaparezca el
peligro.
La capacidad de observar el entorno que nos rodea, la
capacidad de discernir una cosa de otra, es lo que resulta de evolucionar a un
nivel superior de conciencia. La observación es el acto de ver algo; es el
simple acto de presenciar sin evaluar. El discernimiento es el acto de
diferenciación; es el simple hecho de diferenciar una cosa de otra.
La observación es una declaración que dice “es así”.
El juicio es una declaración que dice “¿y qué?”. Como seres sensoriales, los
humanos tienen el deseo de notar lo que está pasando a su alrededor. De hecho,
tienen la responsabilidad de hacerlo.
Cuando consciente y deliberadamente dejas de notar
algo porque “no quieres poner energía negativa en el espacio”, renuncias a tu
don más preciado como ser creativo: el don de decidir. No puedes decidir lo que
quieres, no puedes elegir conscientemente tu propio futuro, si te niegas a ver
lo que hasta ahora es verdad.
Yo voy a seguir trabajando para eliminar el juicio y
la condena de mi experiencia, pero nunca voy a eliminar la observación y el
discernimiento. La enseñanza es: “No juzgues, ni tampoco condenes”, no es, “No
observes, ni tampoco disciernas”.
Cariños y
abrazos,
Neale
17 de Julio de 2010
Traducción: Margarita López
Edición: El Manantial del Caduceo
http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm.
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