Imagen: Manish Verma
Fuente: http://www.animalespiritual.com/
Resulta curioso ver que, a pesar de
que vociferamos las bondades de la libertad, tenemos la costumbre de
censurarnos unos a otros, y también a nosotros mismos.
Por ejemplo, hemos convertido en un
tabú la expresión de las emociones “negativas”, lo primero que le
decimos a alguien que está triste es: no estés triste. Lo matamos. Le
negamos de base la salida, le negamos la expresión de lo que sea que esa
persona esté sintiendo (y que claramente necesita dejar salir).
¿Por qué te vas a negar la expresión de lo que sea que quieres expresar?
Básicamente nos autocensuramos porque
nunca nadie nos enseñó que expresar ciertos estados es saludable.
Tenemos una reacción violenta, y lo primero que recibimos es el juicio.
Estamos tristes, y todo el mundo nos aconseja dejar de estarlo. La
emoción negativa debe ser transitada, de lo contrario nunca podrá ser
trascendida.
Por otra parte tenemos el otro
extremo, cuando nos quedamos masticando esas emociones (convirtiéndolo
quizás en una sobreexpresión que más que buscar transcender el dolor, se
regocija en él) porque, volvemos a lo mismo, nunca nadie nos enseñó
cómo “gestionar” esa expresión emocional. Carecemos de la educación
emocional para hacerlo (pero este es otro tema).
Volviendo al primer punto, repito la
pregunta ¿Por qué me voy a negar la expresión de un estado que sé que
estoy transitando? ¿Por qué voy a criticar o negarle al otro que exprese
sus emociones “negativas”? El tema es complejo y tiene muchas aristas,
pero lo que quiero expresar es que la autocensura emocional es
antinatural. Somos seres amorosos y emocionales (antes incluso que
racionales), y es natural que todo aquello que debe ser dicho, sea
dicho.
-------------------
Espero te sea de utilidad, Blanca
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es valiosísima!!! Pero recuerda, las consultas personales no se responden por este medio.