Bienvenidos a Conociendo tu alma!

BIENVENIDOS A CONOCIENDO TU ALMA!!!

Infinitas gracias por estar aquí!. Sin cada uno de Uds. no sería posible seguir adelante. Este blog, lo he creado para brindarnos la oportunidad de descubrir en conjunto porque estamos aquí, cual es el motivo por el cual Dios nos envió a este mundo, por eso el nombre del blog: CONOCIENDO TU ALMA!!!

Si quieres formar parte de "Conociendo tu alma" solo envíame un correo a conociendotualma@gmail.com y te incluyo en la lista de distribución...

Mil bendiciones para tí!

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Los 10 pensamientos negativos más comunes y cómo debes neutralizarlos

Miguel Ayuso
Fuente: http://www.elconfidencial.com/

Los pensamientos negativos automáticos son una de las mayores fuentes de malestar. (iStock) En nuestro día a día el cerebro interpreta de forma automática todo lo que nos rodea y, aunque en la mayoría de los casos los mensajes que nos ofrece son positivos y útiles, también puede confundirnos. Los psicólogos han estudiado en profundidad lo que se conoce como “pensamientos negativos automáticos” (conocidos en el mundillo como ANT, por sus siglas en inglés –automatic negative thoughts–): ideas perniciosas que aparecen en nuestra cabeza sin que las busquemos y constituyen una peligrosa fuente de emociones perturbadoras.

   Aunque los ANT han sido objeto de estudio de numerosos psicólogos y psiquiatras, fue uno de los fundadores de las terapias cognitivas, el doctor estadounidense Aaron Temkin Beck, quién más contribuyó a su definición en los años 60. Beck creía que los ANT eran determinantes en nuestro bienestar, o más bien en nuestro malestar. En su opinión, estos pensamientos negativos sabotean lo mejor de nosotros mismos y, si no sabemos controlarnos, acaban creando una situación de inseguridad, ansiedad e ira que, a su vez, genera nuevos ANT. Un círculo vicioso del que no es fácil salir, en el que los pensamientos negativos se repiten una y otra vez.

   Por suerte, hay técnicas para escapar de este peligroso entramado cerebral. La plasticidad neuronal, que cada vez conocemos mejor, demuestra que el cerebro es voluble: todos podemos acabar con los ANT y poner en su lugar pensamientos positivos. Pero para ello, lo primero que tenemos que hacer es identificar estos y entender que se trata de pensamientos de los que no somos responsables (al menos no de forma consciente).

Desenmascarando a nuestro crítico interior

   Detrás de la mayoría de sensaciones de malestar se encuentran uno o varios ANT, de los que no siempre es fácil percatarse. Para identificarlos, primero debemos saber qué tres características principales cumplen estos pensamientos:

- Son mensajes específicos
   Los ANT suelen tener una forma específica y recurrente, fácilmente identificable en nuestro discurso interior. Dado que nuestro Pepito Grillo maligno siempre habla de la misma forma, es fácil desenmascararle. En general se trata de mensajes que parecen taquigrafiados, compuestos por una frase corta que aparece en nuestra cabeza una y otra vez, en forma de recuerdos, suposiciones o autorreproches, como la reconstrucción de un suceso pasado (“si hubiera hecho x, no habría pasado x”), la creación ficticia de un suceso futuro (“siempre hago mal x, y en futuro volverá a ocurrir lo mismo”), o una exigencia culpabilizadora (“tendría que haber hecho x, debería hacer x…”).

- Son mensajes creíbles
   Los ANT surgen de forma automática, espontánea: entran de forma brusca en la mente, sin que hayamos hecho ningún juicio previo de la situación. Pero, pese a lo poco sólido de sus argumentos, los percibimos como verdades absolutas, como ideas que llevamos reflexionando mucho tiempo; y es ahí donde reside su peligrosidad: damos por cierto algo que no lo es.
   Aunque desde fuera los ANT puedan parecer ridículos, la persona que los sufre los considera muy reales y creíbles, precisamente porque no se para a analizarlos (de ahí lo positivo que resulta compartir estos con terceras personas). Los damos por válidos, sin cuestionarlos, pues se viven como verdades absolutas espontáneas, algo que se puede solucionar si aprendemos a analizarlos con lógica para comprobar que sus conclusiones son exageradas.

- Son mensajes irreflexivos
   Para saber mantener a raya estos pensamientos negativos (acabar con ellos por completo es imposible), debemos darnos cuenta de que nuestra voz interior sólo nos ofrece un punto de vista: los ANT responden a una automatización del cerebro, que no incluye una reflexión previa del juicio emitido, pero que parece de lo más lógica. Si logramos identificar estos pensamientos, para analizarlos en frío y con cautela, lograremos darnos cuenta de lo ridículos que resultan en la mayoría de ocasiones, y conseguiremos neutralizarlos.

Si dejamos que los pensamientos negativos se apoderen de nuestra mente podemos desarrollar una depresión. (Corbis)

Los 10 pensamientos negativos más comunes

   Aunque los ANT pueden ser de muchos tipos, y varían enormemente en función de cada persona, lo cierto es que suelen encajar en determinadas categorías. Al final, como ocurre siempre en estos casos, los seres humanos no somos tan distintos y nuestras preocupaciones se parecen.

Si dejamos que los pensamientos negativos se apoderen de nuestra mente podemos desarrollar una depresión. (Corbis)    El periodista John Paul Flintoff, autor del libro Cómo cambiar el mundo (B de Books) y profesor de The School of Life, ha estudiado el asunto con detenimiento y ha llegado a la conclusión de que existen 10 ANT principales, que todos sufrimos en un momento dado, y las ha compartido en The Guardian. Nuestro bienestar depende en gran medida de que aprendamos a identificar estos pensamientos perniciosos y logremos relativizar su importancia.

1. Pensar sólo en blanco y negro
   Estas ANT no dejan lugar a los grises, si algo malo ha ocurrido es sólo por tu culpa, y no hay solución: “He fallado por completo”, “cualquier otro podría hacerlo”, “esto sólo me pasa a mí”…

2. Leer la mente de otras personas
   Estamos acostumbrados a castigarnos por lo que piensan otras personas de nosotros o nuestros actos, cuando en realidad es imposible que sepamos lo que piensan. Pensamientos tan comunes como “creen que soy aburrido” o “piensan que soy un torpe” son ANT en toda regla.

3. Adivinar el futuro
   El complejo de adivino está detrás de numerosas ANT. Pensamos que el futuro va a desarrollarse de tal o cual manera, cuando en realidad no tenemos ni idea. “No tiene sentido intentarlo”, nos decimos. “No va a funcionar”. Un pensamiento negativo muy frecuente y que lleva al inmovilismo.

4. Generalizar
   Otro de los pensamientos negativos que todos hemos experimentado en una ocasión. Sin pararnos a pensar, pensamos que, si algo ha pasado una vez, volverá a repetirse. “Siempre pierdo las gafas de sol, así que las volveré a perder”, decimos. Puede ser, pero también puede que nos duren toda la vida.

5. Minimizar las cosas positivas
   Ni cuando nos ocurre algo bueno estamos contentos. “Sí, me ha salido bien el examen, pero cualquiera puede hacerlo mejor”. Vale, es cierto, siempre hay alguien mejor que nosotros, pero no hay razón para minusvalorar las cosas que hacemos bien.

6. Dramatizar
   Hacerse la víctima, y crear melodramas innecesarios, es también algo muy propio de los pensamientos automáticos. “No encuentro mi bolso. Me estoy haciendo vieja”. ¿Cuántas veces hemos oído una frase como esta a nuestras madres o abuelas? No existe una relación causal en esa afirmación, pero aun así nos lo creemos.

7. Tener expectativas poco realistas
   Todos tenemos un límite, y aunque pensar que no lo tenemos puede ser positivo para alcanzar determinadas metas, también puede ser contraproducente. ¿Cuántos deportistas o conductores han pensado “tengo que seguir, aunque esté agotado” y han acabado lesionándose o en la cuneta?

8. Insultar, a nosotros mismos y al resto
   Dado que los ANT son mensajes telegráficos y específicos muchas veces, demasiadas, aparecen en nuestra mente en forma de insultos: “soy un inútil”, “mi compañero es imbécil”, “mi jefe es tonto”… Todos caemos en este juego día sí y día también, el problema es que, en muchas ocasiones, nos creemos lo que pensamos, y acabamos tratándonos a nosotros mismos o a los que nos rodean de forma acorde al insulto que les estamos dedicando.

9. Autoculparse
   Aunque la mayoría de nosotros tendemos a culpar al resto de nuestros errores, hay personas que se culpan de todo, incluyendo cosas sobre las que no han tenido ninguna responsabilidad. “Parece enfadada, seguro que es por mi culpa” es una frase que ha acabado con numerosas relaciones.

10. Ser catastrofista
   Una de las ANT más extremas, y más propias de las personas que acaban padeciendo depresión, se caracteriza por pensar que todo lo que nos rodea va acabar mal. Lo triste es que, si entramos en ese círculo vicioso, pensaremos realmente que todo nos va mal, y al final, tendremos razón.

----------------------
Espero te resulte de interés, Blanca



martes, 29 de noviembre de 2016

¿Estás haciendo lo que realmente quieres hacer?

Francisco de Sales
Fuente: http://soyespiritual.com/

¿O te conformas con lo que haces?
“Uno no siempre hace lo que quiere,
pero tiene el derecho de no hacer lo que no quiere.
Aquí lloramos todos, gritamos, berreamos,
moqueamos, chillamos, maldecimos,
porque es mejor llorar que traicionar,
porque es mejor llorar que traicionarse”.
(Mario Benedetti)

   En mi opinión, se nos olvida a menudo que en muchas ocasiones disponemos de la opción de hacer lo que realmente queremos en vez de conformarnos con lo que hacemos habitualmente de un modo inconsciente y, a veces, hasta indeseado.

   Ya sé que uno no siempre puede hacer lo que realmente quiere –las circunstancias inevitables mandan en algunas ocasiones-, pero sí se puede hacer en muchísimas ocasiones, solamente que… no nos paramos a hacernos la más trascendental de las preguntas:

¿QUÉ ES LO QUE REALMENTE QUIERO?

   Para hacer algo no basta con darse cuenta de ese algo y querer hacerlo, sino que también se necesita que exista la posibilidad real de poder hacerlo, el convencimiento y la decisión, la voluntad y la fortaleza o perseverancia, creer firmemente que uno tiene derecho a hacerlo, estar convencido de que es lícito y ser consciente de que posiblemente alguien se oponga o que puede llegar a perjudicar ligeramente a otro; es necesaria la fe, que exista la ocasión de poder hacerlo–y si no es así, hay que crearla-, disponer de amor o autoestima suficiente para enfrentarse a las adversidades o inconvenientes, y cualquier otro elemento que nos ayude en esa tarea.

   Pero lo primero, lo primordial, es tener clara la idea de lo que se quiere. Saberlo. Y saberlo claramente.

   ¿Qué es lo que REALMENTE QUIERO AHORA?

   (Y añado lo de “AHORA” porque esta no es una pregunta con una sola y definitiva respuesta, ya que seguramente se querrán muchas cosas y distintas, y, además, al matizar lo de “AHORA” se deja la opción de que se quiera otra cosa en otro momento).

   Cuando uno mira algo que puede ser un bien para sí mismo, si no es demasiado codicioso y despóticamente egoísta, pensará también si con ello va a perjudicar a terceras personas, aunque esto último es inevitable en ocasiones, y no es malo, salvo que uno quiera perjudicar al otro intencionadamente.

image44
   No siempre es posible tomar una decisión en la que uno mire por sus intereses y al mismo tiempo satisfaga a todos los otros, porque es casi seguro que esos otros, mirando egoístamente sólo por sus intereses y no por los de quien tiene que tomar la decisión, no estén de acuerdo.

   Por ejemplo, si yo soy una persona que siempre concede a los otros todo aquello que me piden, y un día decido que no debo hacer algo que me solicitan porque me perjudica, o porque quiero dejar el servilismo que los otros me han impuesto, ellos no van a estar de acuerdo con mi decisión -¡por supuesto!-, pero yo, mirando por mis intereses o mi bienestar, tendré que oponerme a lo que me piden y esperan de mí, aunque con ello esté “perjudicando” aparentemente los intereses de los otros. Esto es del todo lícito.

   Es conveniente ir desapegándose de esa creencia en que es imprescindible el cumplimiento de la llamada “Caridad Cristiana”, que en demasiadas ocasiones no es más que una mala interpretación del amor al prójimo. (Existe una frase que dice: “La caridad empieza por uno mismo”, y otra: “Amarás al prójimo COMO A TI MISMO”, o sea, que no dice “amarás al prójimo MÁS que a ti mismo”, ni “amarás al prójimo aunque con ello te perjudiques tú”).

   Amar al prójimo no es el servilismo a los intereses de los otros en detrimento de los propios.
   Amar al prójimo no es renunciar continuamente a ser Uno Mismo.
   Amar al prójimo no es mortificación continua, renuncia constante, ni perder siempre.

   Porque si el otro amara a su prójimo –que en este caso soy yo, o eres tú-, miraría por mis intereses antes que por los suyos y por lo tanto no me exigiría.
411534fe8ed1840ea8e09c75a4c71ade
   Si ambos amamos al prójimo –y yo soy el prójimo del otro- que me ame y me libere de la carga de tener que satisfacer sus deseos o caprichos.

   Y así como en este ejemplo, conviene también revisarse en todos los otros aspectos de la vida.

¿Estoy con la persona que quiero estar?
¿Mi relación con los otros –has de revisarlos uno por uno- es como yo quiero?
¿Me doy caprichos?
¿Pienso en mí y en mis necesidades?
¿Pido lo que necesito?
¿Estudio, leo, escribo, pinto, o hago lo que realmente quiero?
¿Cumplo mis ilusiones?
¿Me concedo tiempo para hacer lo que quiero hacer?
¿Me pongo impedimentos para todo, pospongo hacer lo que me gusta?
¿Me pregunto alguna vez qué es realmente quiero?, y, sobre todo, ¿Si me hago la pregunta busco sus respuestas correspondientes?

   Uno tiene que hacerse preguntas de este estilo, casi interrogatorios, ponerse contra la pared y no permitirse escapar hasta haber manifestado lo que realmente quiere.

   Y uno tiene que sentarse después consigo mismo, tranquilamente, en un acto de amor, y llegar al acuerdo y compromiso de ir evitando hacer esas cosas que dejan mala sensación, y empezar a reclamar y exigir respeto y colaboración para poder hacer LO QUE REALMENTE QUIERE HACER.

Te dejo con tus reflexiones…
---------------------
Espero te sea de utilidad, Blanca


lunes, 28 de noviembre de 2016

La pesadez del EGO

Fragmentos del artículo de A. Belart.
Fuente: http://semillassolares.blogspot.com.es/

Después de muchos años comprometidos con nuestro proceso de crecimiento personal nos damos cuenta de que ciertamente hemos cambiado, nos vamos “depurando”, aunque también nos sorprende e impacienta ver cuánto nos cuesta terminar de integrar todo lo que sabemos y hemos oído en infinidad de ocasiones.

   ¿Cómo es que repetimos una y otra vez y avanzamos tan lentamente en nuestro camino hacia el despertar?

SER ETÉREO Y LIGERO¿Cómo es que después de años de meditación, Yoga y talleres de todo tipo sigamos en muchas ocasiones dormidos, hipnotizados con la misma cháchara mental, enredados en los mismos dramas y conflictos que sólo nos generan sufrimiento?

   Me refiero a nuestro ego o personalidad, a la estructura mental de control y estrategia de supervivencia, ese sistema de defensas que nos proporciona seguridad pero que a la vez limita y condiciona nuestras experiencias en gran medida.

   En efecto, una vez que empezamos a no identificarnos con nuestra personalidad tomamos conciencia de esas limitaciones, a ver lo repetitivo que es nuestro repertorio de emociones, pensamientos, actitudes, formas de relacionarnos y posicionarnos.

   Por más comprometidos que estemos con nuestro proceso y nuestra práctica espiritual hay muchos momentos en los que nos “pillamos” en ensoñaciones, contándonos los mismos diálogos y películas de siempre, instalados en nuestras fijaciones o estados emocionales favoritos (miedo, comparación, indolencia, avidez, rigidez, superficialidad…), jugando el mismo juego con el mismo disfraz y la misma máscara que pareciera se nos ha quedado adheridos a la piel.

   Cuando comenzamos a ver con claridad, conocemos y reconocemos esos rasgos característicos de nuestra personalidad que se repiten una y otra vez, algunos son los pilares y vigas maestras, otros los ladrillos y el cemento que conforman el armazón de nuestra coraza… al darnos cuenta una y otra vez sin juzgarnos, con paciencia y perseverancia, entonces esa estructura empieza a perder solidez y se va haciendo más liviana.

   Cuando ponemos en práctica el silencio interior y nos instalamos en el aquí y ahora actuamos con frescura y libertad, desde un espacio nuevo, de una forma nueva.

   Afortunadamente, tenemos muchas exp
eriencias que nos recuerdan que podemos vivir desde ese lugar esencial, profundo e íntimo.

   Y para ello, como decía un maestro zen solo hay un camino: “Atención. Atención. Atención.”

   Y sin embargo, seguimos regodeándonos en antiguos esquemas mentales y emocionales, pareciera que nos encantan las canciones de amor quejosas y dependientes.

   Las malas hierbas crecen y se extienden si no somos conscientes de cada momento, si no cortamos de raíz y limpiamos una y otra vez de nuestra mente esas formas de pensar.

   Cambiar el chip, la programación, cambiar la perspectiva.

EL PODER DE SOLTAR 5   Es necesario ver, soltar y abandonar el mundo ilusorio de los mecanismos del ego, vaciarnos de conceptos, juicios, prejuicios, expectativas, esperanzas, deseos y temores.

   Vivir cada momento despiertos, presentes y conscientes.

   Y así la coraza de la personalidad se va haciendo más y más transparente, se va disolviendo y se vuelve sutil.

   Aparece un corazón abierto, luminoso, sereno, amoroso y compasivo como una gema hermosamente tallada, transparente, traslúcida.

   Lo cierto es que muchos sabemos que no hemos de identificarnos con la mente, seguimos enganchados a los pensamientos, nos dejamos llevar por ellos.

   No ponemos en práctica lo aprendido, seguimos posicionados en la teoría.

   Nos cuesta estar presentes en cada sagrado instante de nuestras vidas.

   Ahora bien, no olvidemos que exigirnos y buscar la perfección son otras facetas del ego, y somos seres humanos.

   Pero siempre es buen momento para desprendernos de viejos andamios, estructuras y rejas para que nuestra mente se vaya transformando en un iluminado y ligero hogar.

   La sabiduría está en el equilibrio, ni pasarnos ni quedarnos cortos, ni apegarnos ni rechazar, aceptando humildemente lo que es.

   Permanecer serenos, felices, agradecidos y conectados a nuestro corazón, conscientes de cada paso del viaje, fluyendo en el aquí y ahora.

¿Sientes ahora la levedad del Ser?
----------------
Espero te resulte de interés, Blanca


sábado, 26 de noviembre de 2016

Las 10 reglas esenciales para reducir la velocidad y disfrutar más de la vida

Artículo de Inma Torres, bloguera minimalista.
Fuente: http://www.elblogalternativo.com/

REGLASParece contradictorio que, en nuestra vida moderna, donde continuamente la tecnología evoluciona para ahorrarnos tiempo, cada vez vayamos más acelerados. Parece que todo es una carrera, y tratamos de meter en cada minuto del día la mayor cantidad posible de tareas.

   A veces necesitamos sentirnos ocupados. Si no estamos ocupados nos sentimos perezosos e improductivos. De hecho, a menudo competimos tratando de demostrar lo ocupados que estamos. ¡Tengo mil proyectos que hacer! ¿Ah, sí? ¡Pues yo tengo 10.000! El ganador es la persona que tiene el horario más loco, que se precipita de una tarea a otra sin perder la energía, porque eso significa que es más exitoso e importante.

   Tal vez estamos jugando al juego equivocado. Tal vez vamos a la velocidad equivocada. Tal vez si estamos constantemente corriendo, nos vamos a perder la oportunidad de la vida misma. La vida se mueve a un ritmo tan rápido que nos parece que se está pasando sin poder disfrutar de ella.

   Sin embargo, no tiene porqué ser así. Nos podemos rebelar en contra de ese ritmo agitado, y reducir la velocidad para disfrutar de la vida. Disminuir la velocidad es una elección consciente y no siempre es fácil, pero conduce a un mayor aprecio por la vida y a un mayor nivel de felicidad.

10 reglas esenciales para reducir la velocidad y disfrutar más de la vida

1.- Dejar de hacer lo innecesario
   Es difícil reducir la velocidad si tratas de hacer miles de cosas. En su lugar, toma la decisión consciente de hacer menos. Revisa tus tareas y compromisos, y determina qué es lo realmente importante. Con cada una, pregúntate: “¿Cómo es de necesario que yo haga esta tarea? ¿Qué pasaría si no la hago? ¿Cómo puedo eliminarla, delegarla, automatizarla?” Céntrate en hacer las cosas importantes, y deja de lado el resto.

   Si haces menos cosas, puedes hacerlas a un ritmo más relajado, en lugar de tratar de hacerlas dentro de un horario establecido. Deja espacios de tiempo entre tus tareas y citas, y así podrás moverte a través de tus días a un ritmo más pausado.

   Esta regla se aplica no sólo a tu vida laboral, sino a tu vida en general -hacer menos recados, tareas, actividades de ocio, etc.- con el fin de tener un horario más relajado.

2.- Estar presente
   No es suficiente con hacer menos, también es importante ser realmente consciente de lo que estás haciendo en este momento. Practica el Mindfulness: aprende a vivir en el presente, en lugar de pensar tanto en el futuro o en el pasado.

vidasana585
   Eso significa que, cuando te encuentras pensando en algo que tienes que hacer, o algo que ya ha ocurrido, o algo que podría suceder… lleva suavemente tu pensamiento a tu momento presente.

   Concéntrate en lo que está pasando en este momento. Cuando comas, aprecia completamente tu comida. Cuando estás con alguien, está con esa persona plenamente. Cuando estás caminando, aprecia tu entorno, sin importar dónde te encuentres.
   Esto requiere práctica, pero es esencial.

3.- Desconectar
   Practica la desconexión de vez en cuando. Apaga todos los aparatos electrónicos. Apaga el teléfono. Apaga Internet. La televisión. Estar conectados todo el tiempo significa que estamos sujeto a interrupciones, totalmente estresados pendientes a la información que entra, estamos a merced de las demandas de los demás. Es difícil reducir la velocidad cuando siempre se está comprobando los mensajes entrantes.

   Desconecta y dedica ese tiempo a hablar, jugar, leer un libro o dar un paseo al aire libre. Si apagar tu teléfono móvil te resulta difícil en un principio, empieza desactivando todas las notificaciones de mensajería instantánea, redes sociales, correo electrónico… Desconecta Internet de tu móvil por un tiempo, quizás 15 minutos o una hora.

   Haz la prueba: ten un día entero tu teléfono apagado. O mejor, déjatelo en casa. Sí, puede parecer muy drástico, pero créeme: sobrevivirás. Y te sentirás más libre y relajado. Disfrutarás más de la vida.

4.- Comer conscientemente
Beautiful lady drinking coffee   En lugar de abarrotar los alimentos en nuestras gargantas tan rápido como sea posible, aprende a comer más lentamente, con atención plena.

   Sé consciente de cada bocado, aprecia los sabores y las texturas. Suelta el tenedor entre bocado y bocado, disfruta de los olores.

   Comer despacio tiene la doble ventaja de saciarnos antes y hacer que la comida sepa mejor. Te sugiero que comas alimentos más vivos que puedas -menos procesados- y uses especias en lugar de sal, grasas o azúcar.

   Para comer con atención plena es muy importante que comas sentado y sin distracciones: apaga la televisión y el teléfono. ¡Y por supuesto nada de comer delante del ordenador!

5.- Moverse despacio
   El movernos rápidamente de un lado para otro es consecuencia también del ritmo de vida y el exceso de tareas. Andamos como locos de una cita a otra, llegando tarde y acelerados a todos lados.

   Prueba a moverte más despacio. Cuando camines, obsérvate: ¿vas casi corriendo? Afloja el ritmo. Mira a tu alrededor, aprecia el lugar por dónde te mueves, estés donde estés.

   Acostúmbrate también a reducir la velocidad cuando conduces. Conducir rápido es bastante frecuente en nuestro mundo de ritmo acelerado, pero también es responsable de una gran cantidad de accidentes, de estrés y de combustible gastado. En su lugar, conduce más despacio. Aprecia tu entorno. Que sea un momento de paz para contemplar la vida y las cosas que te están pasado. La conducción será más agradable y mucho más segura.

   La mayoría de las veces estamos constantemente corriendo a citas u otros lugares porque no hemos asignado el tiempo suficiente para la preparación y el trayecto. Si todos los días vas con prisa al trabajo, igual es que tienes que salir 10 o 20 minutos antes. Organiza tu tiempo para llegar puntual y sin prisas a todos sitios.

6.- Reducir compromisos
   El principal motivo por el que vamos tan acelerados es porque tenemos demasiados compromisos. Y no me refiero sólo a compromisos laborales -proyectos, reuniones, citas y similares. También a:
  • Actividades extraescolares de tus hijos: fútbol, natación, baile, guitarra…
  • Limpieza y cuidado del hogar
  • Compromisos sociales: citas con amigos, colegas, agrupaciones…
  • Compromisos cívicos: voluntariados, asociaciones…
  • Foros, grupos de Google, listas de correo…
  • Clases y grupos a los que vamos, aficiones…
   Trata de reducir tus compromisos. Haz una lista con todos ellos y reflexiona sobre cuáles puedes prescindir. Quédate con los más esenciales -4 o 5- y date cuenta de que el resto no encajan con este momento de tu vida. Elimínalos lentamente. Informa cortésmente a la gente de los motivos por los que dejas esos compromisos.

7.- Focalizarse
   Esto es difícil a veces. Pero también es una causa del aumento de la tensión en la vida. Si estás con tus hijos y tienes trabajo en mente, por ejemplo, la solicitud de jugar de tus pequeños puede ser una molestia más que una invitación al juego imaginativo con tus hijos. Si estás conduciendo y a la vez hablando por el móvil, raramente te sentirás con paz interior en ese momento.

   Céntrate en una cosa a la vez. Olvida la multitarea, que es amiga de la prisa -y también enemiga de la productividad, aunque parezca lo contrario. Concéntrate en una sola tarea y estate 100% presente mientras la haces.

   Cuando sientas la necesidad de cambiar a otras tareas o de pensar en hacerlas, haz una pausa. Respira y vuelve a focalizarte.

8.- Centrarse en las personas
   ¿Cuántas veces te has encontrado con un amigo o familiar, le has saludado rápidamente y a continuación te has ido porque tenías prisa? Creo que esta es la clave de la deshumanización: ya no nos conectamos con las personas tanto como solíamos hacer. Hemos perdido las habilidades necesarias para tener una conversación agradable y relajada.

   Por otro lado, con demasiada frecuencia pasamos tiempo con amigos y familiares y no estamos allí con ellos. Hablamos con ellos, pero estamos distraídos por aparatos. Estamos ahí, pero nuestras mentes están en cosas que necesitamos hacer. Escuchamos, pero realmente estamos pensando en nosotros mismos y en lo que queremos decir.

Relaciones-asertivas   Ninguno de nosotros es inmune a esto, pero con esfuerzo consciente se puede apagar el mundo exterior y sólo estar presente con la persona a la que estás. Te animo a que dediques un tiempo de calidad a tus seres queridos, que los escuches activamente.

La próxima vez que te encuentres con alguien, detente, respira, sonríe, relájate habla, escucha.

9.- Disfrutar de las pequeñas cosas
   Esto se relaciona con estar presente, pero un paso más allá. Se trata de estar plenamente presente en lo que estás haciendo, y también apreciar todos los detalles de lo que haces, y encontrar los detalles agradables.

   Por ejemplo, cuando estás lavando los platos, en lugar de hacerlo rápidamente como una tarea aburrida para terminar cuanto antes, siente las sensaciones del agua, de la espuma, de los platos. Realmente puede ser una tarea agradable si aprendes a verlo de esta manera.

   Lo mismo pasa con otras tareas que hacemos a lo largo del día. La vida puede ser mucho más sencilla y placentera si tenemos este pequeño hábito.

10.- Conectarse con uno mismo
   Una manera de reducir la velocidad y disfrutar más de la vida es conectándote contigo mismo. Hay distintas formas de hacerlo:

   Respira. Cuando te encuentres acelerado y estresado, haz una pausa y toma una respiración profunda. Siente el aire entrar en tu cuerpo, y siente el estrés salir de él. Centrarte plenamente en cada respiración te traerá de vuelta al presente, y te desacelerará.

   Estate sin hacer nada. Muchas veces cuando tenemos que esperar, nos sentimos impacientes e incómodos. Cogemos una revista o nuestro teléfono móvil, para “aprovechar” ese tiempo. En su lugar, trata de estar sin hacer nada, mirando a tu alrededor, absorbiendo el entorno. Observa y escucha a la gente que te rodea. Hazlo con una sonrisa.

   Medita y/o haz ejercicio. Estas dos actividades te permiten estar más conectado contigo mismo, con tu mente interior y con el mundo que te rodea. Si estás sentado en la oficina todo el día, ¿cuándo vas a salir a la calle a respirar aire fresco y ver cómo está el cielo? Si no dejas de hacer el millón de cosas que haces todos los días, ¿cuándo vas a ser capaz de cerrar los ojos y escuchar lo que está dentro de ti? Te recomiendo encarecidamente que todos los días bloquees un tiempo de tu agenda para meditar o hacer ejercicio.

   Prueba estas cosas para reducir la velocidad y disfrutar más. La vida es mejor cuando estamos tranquilos. Y dada la naturaleza fugaz de esta vida, ¿por qué perder ni un momento en acelerarla?
-----------------
Espero que te resulte de interés, Blanca


viernes, 25 de noviembre de 2016

Eckhart Tolle: “Todas las creencias son obstáculo”

Tomado de “Una Nueva Tierra” de Eckhart Tolle

Fuente: http://soyespiritual.com/

tolle-dalailama   Nuestro sentido de lo que somos determina cuáles han de ser nuestras necesidades y las cosas a las cuales les atribuiremos importancia en la vida; y todo aquello que nos parezca importante tendrá el poder de perturbarnos e irritarnos. Esto se puede utilizar como criterio para descubrir hasta qué punto nos conocemos a nosotros mismos. Lo que nos importa no es necesariamente lo que expresamos ni aquello en lo cual creemos, sino aquello que se manifiesta como serio e importante a través de nuestros actos y de nuestras reacciones.

   Entonces conviene preguntarnos: “¿Cuáles son las cosas que me irritan y me alteran?” Si las nimiedades tienen el poder para molestarnos, entonces eso es exactamente lo que creemos ser: un ser insignificante. Esa será nuestra noción inconsciente. ¿Cuáles son las cosas insignificantes? En últimas, todas las cosas son insignificantes, porque todas las cosas son transitorias.

   Podemos decir, “sé que soy un espíritu inmortal”, o “estoy cansado de este mundo de locos y lo único que deseo es paz”, hasta cuando suena el teléfono. Malas noticias: hubo un colapso de la bolsa de valores; se dañó el negocio; se robaron el automóvil; llegó la suegra; se canceló el viaje; se canceló el contrato; el compañero se ha ido; piden más dinero; dicen que es culpa nuestra. Entonces se levanta en nuestro interior una oleada de ira o ansiedad. La voz se torna dura: “no soporto más esto”. Acusamos, culpamos, atacamos, nos defendemos o nos justificamos, y todo eso sucede en piloto automático.

   Obviamente hay algo más importante para nosotros que la paz interior que pedíamos hace un momento, y tampoco somos ya un espíritu inmortal. El negocio, el dinero, el contrato, la pérdida o la amenaza de pérdida son más importantes. ¿Para quién? ¿Para el espíritu inmortal que dijimos ser? No, para mí. Para ese pequeño yo que busca la seguridad o la realización en cosas transitorias y que se enoja o se pone nervioso cuando no las encuentra. Bueno, por lo menos ahora sabemos quiénes creemos ser realmente.

   Si la paz es realmente lo que deseamos, debemos elegir la paz. Si la paz fuera más importante para nosotros que todo lo demás y si supiéramos de verdad que somos espíritu en lugar de un pequeño yo, no reaccionaríamos sino que nos mantendríamos totalmente alertas frente a situaciones o personas difíciles.

APEGO
Aceptaríamos inmediatamente la situación y nos haríamos uno con ella en lugar de separarnos de ella. Entonces, a partir del estado de alerta, vendría la reacción. Sería una reacción proveniente de lo que somos (conciencia) y no de lo que creemos ser (el pequeño yo). Sería entonces una respuesta poderosa y eficaz que no convertiría a la persona o a la situación en enemiga.

   El mundo siempre se encarga de que no nos engañemos durante mucho tiempo acerca de lo que pensamos ser, mostrándonos las cosas que realmente nos importan. La forma como reaccionamos ante las personas y las situaciones, especialmente en los momentos difíciles, es el mejor indicador del conocimiento real que tenemos de nosotros mismos.

   Mientras más limitada y más egoísta sea nuestra idea de nosotros mismos, más atención prestaremos y más reaccionaremos ante las limitaciones del ego, ante la inconsciencia de los demás. Los “defectos” que vemos en los otros se convierten, para nosotros, en su identidad. Eso significa que veremos solamente el ego en los demás, reforzando así el nuestro. En lugar de mirar “más allá” del ego de los demás, fijamos nuestra atención en él. ¿Quién ve el ego? Nuestro ego.

   Las personas que viven en estado profundo de inconsciencia experimentan el ego viendo su reflejo en los demás. Cuando reconocemos que aquellas cosas de los demás que nos producen una reacción son también nuestras (y a veces sólo nuestras), comenzamos a tomar conciencia de nuestro propio ego. En esa etapa es probable que también nos demos cuenta que les hacíamos a los demás lo que pensábamos que ellos nos hacían a nosotros. Dejamos de considerarnos víctimas.

   Puesto que no somos el ego, el hecho de tomar conciencia de él no significa que sepamos lo que somos: sólo reconocemos lo que no somos. Pero es gracias a ese conocimiento de lo que no somos que logramos eliminar el mayor obstáculo para llegar a conocernos realmente.

   Nadie puede decirnos lo que somos. Sería apenas otro concepto más, incapaz de cambiarnos. No hace falta una creencia para saber lo que somos. En efecto, todas las creencias son obstáculos. Ni siquiera necesitamos alcanzar la realización, porque ya somos lo que somos. Pero sin la realización nuestro ser no puede proyectar su luminosidad sobre el mundo. Permanece en el ámbito de lo inmanifiesto, es decir, en nuestro verdadero hogar. Entonces somos como la persona que finge ser pobre mientras tiene cien millones de dólares en su cuenta, con lo cual el potencial de su fortuna jamás se manifiesta.

secretos-abundancia
LA ABUNDANCIA

   La noción de lo que creemos ser también está íntimamente relacionada con la forma como percibimos el tratamiento que recibimos de los demás. Muchas personas se quejan de que los demás no los tratan como se merecen. “No me prestan atención, no me respetan, no reconocen lo que hago”, dicen. “Es como si no existiera”. Cuando las tratan con amabilidad, sospechan algún motivo oculto. “Los otros tratan de manipularme y aprovecharse de mí. Nadie me quiere”.

   Esto creen ser: “soy un pobre ser necesitado cuyas necesidades están insatisfechas”. Este error fundamental de interpretación crea disfunción en todas sus relaciones. Creen no tener nada que dar y que el mundo o las demás personas les niegan lo que necesitan. Su realidad se basa en una noción ilusoria de lo que son, la cual sabotea todas las situaciones y empaña todas las relaciones. Si la noción de carencia, trátese de dinero, reconocimiento o amor, se convierte en parte de lo que creemos ser, siempre experimentaremos esa carencia. En lugar de reconocer todo lo bueno de la vida, lo único que vemos es carencia.

“Reconocer lo bueno que ya tenemos es la base de la abundancia”.

   El hecho es que cada vez que creemos que el mundo nos niega algo, le estamos negando algo al mundo. Y eso es así porque en el fondo de nuestro ser pensamos que somos pequeños y no tenemos nada que dar.

   Ensaye lo siguiente durante un par de semanas para ver cómo cambia su realidad: dé a los demás todo lo que sienta que le están negando. ¿Le falta algo? Actúe como si lo tuviera, y le llegará. Así, al poco tiempo de comenzar a dar, comenzará a recibir. No es posible recibir lo que no se da. El flujo crea reflujo. Ya posee aquello que cree que el mundo le niega, pero a menos que permita que ese algo fluya, jamás se enterará de que ya lo tiene. Y eso incluye la abundancia.

   Jesús nos enseñó la ley del flujo y el reflujo con una imagen poderosa. “Den y se les dará. Recibirán una medida bien apretada y colmada”.

   La fuente de toda abundancia no reside afuera de nosotros, es parte de lo que somos. Sin embargo, es preciso comenzar por reconocer y aceptar la abundancia externa. Reconozca la plenitud de la vida que lo rodea: el calor del sol sobre su piel, la magnificencia de las flores en una floristería, el jugo delicioso de una fruta o la sensación de empaparse hasta los huesos bajo la lluvia. Encontramos la plenitud de la vida a cada paso. Reconocer la abundancia que nos rodea despierta la abundancia que yace latente dentro de nosotros y entonces es sólo cuestión de dejarla fluir. Cuando le sonreímos a un extraño, proyectamos brevemente la energía hacia afuera. Nos convertimos en dadores.

Tomado del sitio http://abundanciainfinita.com

   Pregúntese con frecuencia, “¿qué puedo dar en esta situación; cómo puedo servirle a esta persona, cómo puedo ser útil en esta situación?” No necesitamos ser dueños de nada para sentir la abundancia, pero si sentimos la abundancia interior constantemente, es casi seguro que nos llegarán las cosas.

   La abundancia les llega solamente a quienes ya la tienen. Suena casi injusto, pero no lo es. Es una ley universal. Tanto la abundancia como la escasez son estados interiores que se manifiestan en nuestra realidad.

   Jesús lo dijo así: “Porque al que tenga se le dará más, y al que no tenga, aun lo que tiene se le quitará”.
---------------------------
Espero te resulte de interés, Blanca

jueves, 24 de noviembre de 2016

Admiración

Extracto del libro de Osho “El ABC de la iluminación”
Fuente: http://www.oshogulaab.com/
Tomado de: http://www.periodicodecrecimientopersonal.com/admiracion/

220px-Wonder_eye  Quien quiere ser admirado es porque no siente respeto por sí mismo. Somos educados con sentimientos de culpa que arraigan profundamente en nosotros. Desde el principio somos reprendidos por los padres, los maestros, los sacerdotes, los políticos y toda la clase dirigente. A todos los niños se les repite continuamente un único sonsonete: «Hagas lo que hagas, no está bien. Estás haciendo lo que no debes hacer y dejando de hacer lo que deberías hacer». Todos los niños reciben directa o indirectamente la impresión de que no son realmente queridos, de que sus padres están cansados, de que en cierto modo se los tolera o de que son una molestia. Eso causa una profunda herida en las personas y da origen al rechazo de uno mismo. Buscamos admiración para ocultar esa herida. La admiración es una compensación. Si te respetas a ti mismo, es más que suficiente; si te gustas a ti mismo, no tienes necesidad de ninguna admiración y ni siquiera la deseas, pues en cuanto empiezas a desear la admiración de los demás, empiezas a comprometerte con ellos. Tienes que colmar sus esperanzas, pues sólo entonces te admirarán. Tienes que acomodarte a sus dictados y no puedes gozar de una vida en libertad.
--------------------
Espero te resulte de interés..Blanca

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Haz lo que yo digo, es lo que yo hago

Por Martín Bijio
Fuente: http://www.animalespiritual.com/

Tomado de: http://www.periodicodecrecimientopersonal.com/haz-lo-que-yo-digo-es-lo-que-yo-hago-2/

¿Cuántas veces aconsejamos sanamente y en nuestra propia vida hacemos todo lo contrario? ¿Cuánto tiempo pasamos siendo consejeros de “el otro” sin ser consejeros de nuestro propio ser?


HazloqueyodigoesloqueyohagoLa popular frase “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” puede venir cargada de un intenso des-amor, olvido y/o desprecio hacia nosotros mismos. La rueda debería comenzar a girar primero propiciándonos bienestar hacia nosotros, para luego dar el ejemplo no solo a través de la palabra sino también de las propias acciones.

   ¿Cuántas veces nos involucramos en la vida de “el otro” aconsejándole qué camino debería seguir o qué decisión optar en tal o cual situación? Estos consejos que podemos dar muchas veces suelen ser claros, sanos, precisos, llenos de buenas intenciones y pueden ayudar a despertar, de igual forma que la palabra de “el otro” puede ayudarnos a despertar a nosotros.

   Pero ¿cuántas veces aconsejamos sanamente y en nuestra propia vida hacemos exactamente todo lo contrario? ¿Cuánto tiempo pasamos siendo consejeros de “el otro” sin ser consejeros y reflexivos con nuestro propio ser?

   Dar es muy bueno, pero darnos resulta fundamental. Escuchar al otro y no escucharnos a nosotros mismos no es la ecuación adecuada para lograr una vida sana y satisfactoria. Si el propósito del ser humano es alcanzar cierto grado de paz y bien-estar constante – ¿quién se negaría a semejante combo? – alarga su camino si anda por la vida ofreciendo palabras claras para los demás pero acciones oscuras, confusas y/o perjudiciales para con uno mismo. De allí la popular frase “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, que puede venir cargada de un intenso des-amor hacia nosotros mismos.

   Es importante que asumamos la inevitable responsabilidad de prestarle atención primero a nuestras propias emociones, ideas, sentimientos y pensamientos, y en base a ello nos convirtamos, antes que nada, en los inspectores y consejeros de nuestro propio ser. Luego podríamos brindarle a quien sea el ejemplo, no solo a través de la palabra sino también de las propias acciones… y la popular frase mutar felizmente a “haz lo que yo digo, es lo que yo hago”.
--------------------
Espero te resulte de interés, Blanca


martes, 22 de noviembre de 2016

Lo que no debes hacer por los demás

Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/

article_14143822373
Quizás eres una de esas personas que siempre está lista a ayudar a los demás. Tienes carácter amigable y te gusta servir a otros, darles lo mejor de ti. Con frecuencia puedes notar que, por un lado, tus esfuerzos no se ven compensados con una solución real para los problemas del otro; y, por otro lado, no recibes ayuda con el mismo esmero con que la brindas.
   Tus intenciones son, seguramente, muy nobles. Y aunque le colabores a los demás sin esperar realmente nada a cambio, te preguntas por qué llegan a ser injustos contigo. Te frustras también porque, a pesar de todo el empeño que pones, finalmente no logras marcar un punto de quiebre en las dificultades de otras personas. ¿Qué pasa? Que a veces lo mejor que puedes hacer por los demás, es precisamente, no hacer nada.

La mariposa que no voló

   Cuenta una vieja historia que un hombre encontró el capullo de una mariposa tirado en el camino. Pensó que allí corría peligro y entonces lo llevó hasta su casa para proteger esa pequeña vida que estaba por nacer. Al día siguiente se dio cuenta de que el capullo tenía un orificio diminuto. Entonces se sentó a contemplarlo y pudo ver cómo había una pequeña mariposa luchando para salir de allí.

   El esfuerzo del pequeño animal era titánico. Por más que lo intentaba, una y otra vez, no lograba salir del capullo. Llegó un momento en que la mariposa pareció haber desistido. Se quedó quieta. Era como si se hubiera rendido.

   Entonces el hombre, preocupado por la suerte de la mariposa, tomó unas tijeras y rompió suavemente el capullo, a lado y lado. Quería facilitarle al animalito la salida. Y lo logró. La mariposa salió por fin. Sin embargo, al hacerlo, tenía el cuerpo bastante inflamado y las alas eran demasiado pequeñas, parecía como si estuvieran dobladas.

   El hombre esperó un buen rato, suponiendo que se trataba de un estado temporal. Imaginó que pronto, la mariposa extendería sus alas y saldría volando. Pero eso no ocurrió. El animal permanecía arrastrándose en círculos y así murió.

   El hombre ignoraba que la lucha de la mariposa para salir de su capullo era un paso indispensable para fortalecer sus alas. En ese proceso, los fluidos del cuerpo del animal pasaban a las alas y era así como se convertía en una mariposa lista para volar.

ayuda
No intervenir es también ayudar

   La moraleja de esta historia podría describirse así: no hagas por otros nada que ellos puedan hacer por sí solos. De pretender ayudar a los demás desinteresadamente a adoptar un papel salvador que les hace, y nos hace, daño, hay solo un paso.

   Ayudar sin que alguien lo haya pedido, o realizar sacrificios gigantescos por otros, puede ser un gran error. Nos puede animar un sentimiento auténtico de generosidad, pero también la motivación puede ser un deseo secreto de generar dependencias de los demás hacia nosotros.

   Con esa ayuda ilimitada podemos conseguir que las personas a nuestro alrededor se vuelvan pasivas y egoístas. Además, intervenimos en su desarrollo y probablemente estemos contribuyendo para que nunca “extiendan las alas”.

   De este modo, fácilmente una persona puede dejar de ser el salvador para convertirse en víctima del “salvado”. Genera las condiciones para ser objeto de la explotación de otros y son los demás quienes toman el control sobre él. Es una situación en la que nadie sale ganando.

   Evitarle esfuerzos o luchas a otros, es también evitarles logros y libertad. El secreto está en darle la mano a los otros cuando LO NECESITAN, no cuando LO QUIEREN. Alguien en condición de vulnerabilidad demanda nuestra ayuda, nuestra solidaridad: una persona enferma, física o emocionalmente; alguien que se encuentra en condiciones de limitación; otro que requiere un aporte puntual para seguir adelante.

   El otro secreto es ofrecer una ayuda concreta. Colaborarle a alguien no significa adoptarlo de por vida. Esto se aplica incluso con los hijos, porque el propósito es ayudarles a volar y no a seguir moviéndose en círculos eternamente. Así que la solidaridad bien entendida ofrece ayudas específicas, no contratos de apoyo a término indefinido.

   Dice una máxima oriental que “Es mejor cumplir con nuestro deber que con el deber del otro, por bien que lo podamos hacer”. Gran verdad.
---------------------------------
Espero te sea de utilidad, Blanca


lunes, 21 de noviembre de 2016

7 acciones que te mantendrán positiva a pesar de las circunstancias

Fuente: Un lugar donde descansar

http://soyespiritual.com/

reflexionando
Si, a veces nos parece tremendamente difícil controlar nuestra vida. Todo ocurre tan deprisa. Las situaciones se suceden una tras otra. A veces, los malos tragos son nuestra bebida de cada día. En el trabajo, (si tenemos la suerte de tenerlo) las cosas a veces van de mal en peor. Ten en cuenta las siguientes recomendaciones y se más positivo.


1. CONFÍA: El primer gran paso para mantener una actitud positiva es confiar; puesto que todo lo que imagines y todo lo que quieres solo será posible en la medida en que tú lo consideres posible. Confiar en ti, en tu talento y en tus habilidades hará mucho más sencillo y corto el camino hacia todos tus sueños y metas.

2. VIVES LO QUE PIENSAS: Es mucho más probable que en tu vida coincidas con personas amables y amorosas si piensas que el mundo está lleno de personas amables y amorosas. Tus pensamientos definen tu vida. Cada una de tus creencias acerca del mundo, de las personas, del amor, o de la prosperidad, se genera en un plano mental y se manifiestan en el plano físico.

3. SUMA ACCIONES A TUS INTENCIONES: Tener un sueño es el principio de todo gran logro, pero cada sueño debe ir acompañado de trabajo. Avanza cada día en el camino de tus sueños, no importa que sean pequeños pasos, lo importante es nunca dejar de avanzar.

4. APRENDE ALGO NUEVO CADA DÍA: Un cerebro activo es un cerebro positivo. Aprender algo nuevo cada día (un dato curioso, un poema, la capital de algún país) ejercitará tu cerebro e incrementará tu sensación de bienestar y productividad.

5. ACTÚA CON BONDAD: Estudios neurológicos han demostrado que a nivel cerebral se experimenta más placer y sensación de recompensa en dar que en recibir. Ayudar a quien realmente puedes ayudar, ser amable y bondadoso incrementará tus niveles de endorfina, generándote mayor disfrute de la vida y resiliencia emocional.

6. DISFRUTA LAS PEQUEÑAS GRANDES COSAS: Afinar tu habilidad perceptiva y empezar apreciar el azul del cielo, el gozo de una buena salud, la brisa de la tarde, el sabor de la comida, escuchar tu canción favorita, caminar por un parque y las miles de pequeñas grandes cosas que suceden diariamente en tu vida te permitirá sentirte mucho más feliz y positivo.

7. CUENTA TUS BENDICIONES: Estar leyendo este articulo automáticamente te convierte en un afortunado, pues damos por sentado que gozas de una buenas visión, sabes leer y sabes usar herramientas tecnológicas. Contamos en la vida con talentos maravillosos que creemos derechos inherentes a quienes somos, pero cuando los observamos objetivamente y nos damos cuenta de su importancia y de todo el bienestar que nos generan, nos convertimos en personas más agradecidas y felices. ¿Cuáles son tus bendiciones?
------------------
Espero te resulte de interés, Blanca