Fuente: http://aztlan.com.ar/
Tomado de: http://www.periodicodecrecimientopersonal.com/la-euforia-nos-acerca-o-nos-aleja-de-la-felicidad/
Es común encender la Tv y encontrarse
con programas o publicidades que nos muestran conductores que hablan a
gritos, publicidades donde los protagonistas consumen un producto
mientras saltan y bailan desaforadamente… El mensaje que se nos envía es
claro: se supone que la euforia, la exaltación son estados “deseables” a
los que todos tenemos que aspirar.
Sin embargo, según novedosos estudios de neurociencias y psicología, pareciera que los estados eufóricos crean más perjuicios que beneficios. Teniendo
en cuenta que todos aspiramos a lograr la felicidad, es válido
preguntarnos si los estados eufóricos nos alejan o acercan a la
felicidad.
Un estudio ha demostrado que unas
circunstancias inesperadas (que te toque el primer premio de la lotería,
por ejemplo) producen un cambio temporal del nivel de placer, pero
pocas modificaciones a largo plazo en el temperamento feliz o desdichado
de los sujetos afectados. En el caso de los agraciados con un premio de
la lotería, resultó que la mayoría de ellos atravesaron un periodo de
júbilo inmediatamente después de su golpe de suerte, pero que un año más
tarde habían recuperado su grado de satisfacción habitual.
Hay pues, una clarísima diferencia de naturaleza entre la alegría profunda, que es una manifestación natural y la euforia, la exaltación jubilosa resultante de una excitación pasajera.
“Toda jovialidad superficial que no
reposa sobre una satisfacción duradera va invariablemente acompañada de
una recaída en el abatimiento” afirma Ricard, quien ha sido catalogado “el hombre más feliz del mundo” según estudios de Scanner que se hicieron midiendo sus ondas cerebrales y comparándolas con las de cientos de personas…
Observa en la televisión a los que
participan en los programas de la noche del sábado, que saltan de
alegría aplaudiendo a un presentador de sonrisa mecánica. ¿Cómo no
sentirse desconsolado ante tales demostraciones escandalosas de una
euforia tan alejada de la felicidad verdadera?
Todo lo anterior son treguas
ficticias cuya repetición desemboca en la dependencia. Fingir felicidad
no hace sino reforzar el malestar. Y una alegría duradera no puede ser
causada por químicos externos.
A nadie se le escapa que la sociedad de consumo
se las ingenia para inventar incesantemente infinidad de placeres
falsos, euforizantes y laboriosamente repetidos, destinados a mantener
un estado de alerta emocional que desencadena bastante una forma de anestesia del pensamiento. ¿Acaso no hay un abismo que separa esas “felicidades en lata” de la dicha interior?
Está en nuestra manos, entonces,
conocer cuáles son los medios adecuados que nos conduzcan cada vez con
más frecuencia a un estado de bienestar, armonía y felicidad
verdaderamente duraderas.
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Espero te sea de utilidad, Blanca
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